Una frase de uso común entre nosotros es “A trancas y a mochas” para referirse aquellas cosas que tienen un curso a trancazos, un poco para allá y otro poco para acá.
Las dificultades hacen que vayan a paso lento y no se sabe con certeza si llegarán a su fin. Esa es la descripción de lo ocurrido con la selección Colombia de futbol que dejó para último momento la clasificación al mundial de Rusia, cuando bien pudo haber rubricado esa condición con la debida anticipación.
Los altibajos casi dan al traste con la aspiración legítima de todos los aficionados que siguen con entusiasmo las actuaciones del equipo que dirige José Peckerman, a quien se le culpa en buena parte de lo sucedido.
No haber ganado los partidos contra Venezuela y Paraguay puso en peligro el paso al torneo más importante de futbol que se juega cada 4 años y es un objetivo claro de todas las selecciones nacionales que participan.
La alegría de la clasificación fue aplazada hasta el partido final jugado contra Perú, gracias a un empate en el estadio de Lima y un acuerdo en la cancha entre los jugadores de los dos seleccionados con la anuencia del cuerpo técnico de parte y parte que, tanto le ha dolido a los arrogantes chilenos que no tenían en su presupuesto estar ausentes de la cita mundialista de 2018.
La polémica surge sobre la importancia del juego vistoso o los resultados, si estos se dan jugando mal y sin la alegría característica de Colombia.
Hecho el balance general de la actuación del equipo colombiano, se logró el objetivo, las características del juego quedaron atrás sobre todo si se compara con el equipo que participó en Brasil-2014, donde logró triunfos importantes y también enamoró con su estilo y forma de jugar. Ese era un equipo certero pero también cumplía con la premisa de divertir a la tribuna. La transición que se dio al actual equipo tuvo que convocar a catorce jugadores nuevos, lo cual significa que el grupo se renovó en buena parte y cada jugador que se incorporó es diferente a quien tuvo que reemplazar en determinada posición.
El cuerpo técnico intentó mantener la identidad y el estilo de juego, pero es difícil hacerlo cuando los actores son nuevos y jóvenes.
No obstante y a pesar de los tropiezos se alcanzó el número necesario de puntos para ubicarse en el cuarto lugar que le garantiza un cupo entre la élite que se dará cita el año entrante en los estadios rusos.
Los que se rasgan las vestiduras y piden la cabeza del técnico, por fortuna son pocos, tendrán que bajarle el tono a la discusión y aceptar que con este técnico es la segunda vez que clasificamos al mundial.
Tal vez vendrán cambios que busquen apuntalar el equipo y hacerlo más competitivo y divertido para desempeñar un buen papel en Rusia.
Todavía no conocemos los rivales de la primera ronda, pero hay que confiar en la capacidad de los futbolistas nuestros que nos dejarán bien representados.
colombiana de futbol tiene la virtud de opacar por algunos días las dificultades del país, sacar de los titulares de primera las noticias sobre corrupción y violencia y ponerle un toque diferente a los informativos que lucen sombríos cuando el grito de gol no ocupa buena parte de su tiempo lo mismo que de las primeras planas de los periódicos. A empujones se llegó, no importa, eso significa que Rusia nos espera.