Cuando por estos días, los que permanecemos siendo vecinos de la otrora célebre Plaza de Ferias Mariano Ospina Pérez vimos que llegaron unos obreros a rozar la maleza y a hacer limpieza, alcanzamos a alegrarnos pues creímos que por fin se habían acordado de nosotros y el tan anhelado y anunciado proyecto del nuevo recinto ferial multifuncional que la remplazaría, comenzaba a ser realidad.
Poco nos duró la alegría, cuando supimos que la ‘inusitada atención’ se debía a que las autoridades vienen considerando la posibilidad de ‘alojar’ allí a los miles de compatriotas que se estima llegarán procedentes del vecino país. Por supuesto, no criticamos la operación por el sentido humanitario que involucra, pero definitivamente se precisa una ubicación más apropiada y menos expuesta a los múltiples riesgos que tamaña empresa generaría.
Nunca sobrará recordar que en los preámbulos del Comité de Ganaderos de Norte de Santander promediando el siglo pasado, la extinta Sociedad de Agricultores y Ganaderos de Norte de Santander al verse en serias dificultades económicas, le vende a la Gobernación el ‘lote de terreno con todos sus anexos’ de lo que durante más de cincuenta años fuera la pomposa y muy nuestra Plaza de Ferias. Curioso resulta que el valor de la transacción fuera de $285.000.
Sin importar quien sea hoy su legal dueño, les cuento que allí - como muchas otras cosas en esta ciudad – se celebraban las más grandes exposiciones pecuarias del oriente colombiano, siendo un referente nacional en ganado de leche con la raza Pardo Suizo a la cabeza, o el rústico Cebu en producción de carne. Gloriosas tardes de competencia vivieron hierros tan destacados como los de “las Vegas”, “Puerto Rico”, “La Unión”, “La Trinidad” o “El Tanque”. El mismísimo “Don Danilo” dios de equinos, se sentía allí como en su casa. Por décadas se comercializó en la también conocida como “la Plaza de Sevilla” el ganado que consumía Cúcuta y que era beneficiado en el “Matadero Municipal”, ubicado estratégicamente a pocos metros de sus corrales.
Disposiciones sanitarias y ambientales que impedían la comercialización de ganados en su recinto y el cierre de la vetusta planta de sacrificio vecina, llevaron la empresa a una crisis que terminó haciendo inviable su operación y al cierre definitivo finalizando el año 2009.
Tiempo nos tomó a los ganaderos asimilar tan dura realidad, la que solo se mitigó al conocer del señor gobernador William Villamizar su voluntad por transformar y proyectar por los siguientes cincuenta años lo que anuncia como la Nueva Plaza de Ferias, esta vez no solo con vocación agropecuaria, sino como escenario propicio para impulsar y destacar los esfuerzos de un golpeado pero siempre vigente sector productivo y empresarial. Quienes conocen Corferias en Bogotá, Plaza Mayor en Medellín o Cenfer en Bucaramanga me comprenderán mejor.
Pendientes estamos pues de la convocatoria que haga la Gobernación para que todos los interesados podamos conocer y opinar respecto al avance de este necesarísimo proyecto.