Las primarias de los Estados Unidos para elegir el candidato por cada uno de los dos principales partidos políticos, el demócrata y el republicano, han dejado unas sorpresas que tienen a muchos cavilando.
Aunque el supermartes parece ser el despeje definitivo de Hillary Clinton como candidata del partido demócrata, Bernie Sanders un senador llegando al octavo piso y “socialista” para los gringos, ha sido un fenómeno social, cuando todo el mundo pensaba que iba a ser solo un pequeño obstáculo para la exsecretaria de Estado. ¿Y donde tiene su fuerte de votantes Sanders?
En los jóvenes, decepcionados de una economía cada vez más inequitativa; son los equivalentes a los indignados europeos, que muestran su desconfianza en un sistema que se quebró por las maniobras especulativas de Wall Street y ello no llevo a mayores sanciones o cambios regulatorios en el sector financiero.
Son los jóvenes actuales, la primera generación cuya expectativa de bienestar será peor que la de sus padres y abuelos. Son la voz contraria al “sistema”. Y aunque ya se ve que Sanders quedará tendido en la carrera, esta es una voz de alerta para la sociedad norteamericana. Hoy los jóvenes decepcionados de Europa se unen a ISIS. ¿Qué harán los jóvenes norteamericanos?
Pero peor aún que el fenómeno Sanders, es el de Donald Trump la imagen del empresario farandulero y hueco, asiduo de las revistas del jet set y “gran comunicador”. Es un showman, que como dijo Sanders, “no necesito pagar para que parezca un idiota, el solo es capaz”.
Pero que sea básico, no elimina que sea peligroso para el orden mundial.
Y es que Trump representa todo lo feo del estado americano: el regreso a la “grandeza” del gigante del norte, entendiéndola como intervención militar unilateral en el mundo, la persecución a los inmigrantes, hispanos y musulmanes y su intención de subir el muro en la frontera México-Estadounidense, “y que lo paguen los mexicanos”, su intención de “volar” a ISIS en los mismos términos en que George Bush manejó el tema de Irak y Afganistán y que dio origen al estado islámico, el desconocimiento del cambio climático y de la multilateralidad.
Estas son algunas de las perlas de este matachín con peluquín color amarillo intenso, una mezcla de George W. Bush y Reagan.
¿Pero porque tiene ascendiente sobre los ciudadanos estadounidenses, es solo ignorancia o reacción de adultos a la perdida de trabajos de mano de emigrantes? ¿Será esa la forma que el mundo adulto responde a un futuro cada vez más incierto, dando palos de ciego?
Hay bastante de eso, pero sobre todo es que Trump llama a algo que es natural a los descendientes europeos, en particular de los angloparlantes, de base calvinista. Su mayor valor es la libertad individual (a veces excedida, como en el caso de las armas) y el apego al trabajo duro, con su consiguiente creación de riqueza, como forma de perfeccionamiento.
El mundo calvinista anglo parlante, a diferencia del nuestro no ve la riqueza como algo que hay que destruir; los ricos no son los malos de la película, sino los personajes a imitar.
Es la visión absolutamente contraria al mamertismo de un estado elefantiásico que “sostiene” al “pueblo” de manos de líderes iluminados que los conducen al paraíso donde recibirán todo, por la gracia de Dios Estado.
Es una reacción a tener un estado cada vez más grande que pide más impuestos y cuya relación beneficio/costo es mínima; es la reacción a un estado cada vez más restrictivo de la libertad individual y autojustificante en el gasto. Es el leviatán del estado que en su autocomplacencia destruye toda posibilidad de creación de riqueza. De alguna forma la oposición a Obama ha venido de la idea que ha
crecido el estado más allá de lo racional y que los resultados han sido menores, incluyendo el largo estancamiento económico. Y es constante que el dinero se va a gasto y no a inversión, pues la infraestructura es cada vez más inadecuada para ser competitiva, dejando a otros países el liderazgo en creación de riqueza que una vez tuvo Estados Unidos. El estado total hoy lo representa el estado fallido venezolano.
Los países desesperados se van a los extremos buscando salir de su realidad. Baste recordar a Adolfo Hitler en la Alemania de los años 30 o a Hugo Chávez en Venezuela en los 90, de una gran baraja de opciones extremistas que el mundo ha conocido.
A Colombia le vendría bien aprender del ejemplo ajeno, en estos tiempos cuando Colombia atraviesa varias crisis y el estado busca sacar más impuestos, para sacarnos adelante del atrás en que nos metió. A lo que le tienen pavor los gringos de base europea e incluso asiática, es a que su estado se suramericanice; ¡no es xenofobia, es antimamertismo!