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Entre un túnel
Nadie pensaba que la campaña a favor del plebiscito iba a fracasar.
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Viernes, 7 de Octubre de 2016

El resultado del plebiscito del dos de octubre nos hizo grave perjuicio: nos metió en un túnel sin que nadie sepa con seguridad cuál es la salida de la gravísima situación en que quedamos enredados  gracias a la campaña negativa emprendida por el expresidente Alvaro Uribe, quien logró derrotar a su peor enemigo y, de paso, meter al país en espantosa encrucijada. 

Nadie pensaba que la campaña a favor del plebiscito iba a fracasar, que se impondría el voto negativo y que el presidente Juan Manuel Santos iba a salir derrotado en una votación en la que, se suponía, no existía ningún problema. Pero fallaron todos los cálculos y se impuso el NO, gracias a la campaña del expresidente Uribe, quien cada día que pasa se consolida más como magnífico comunicador, que ha logrado un imposible: derrotar a un mandatario en ejercicio y, de paso, a una amplia coalición política de la que hacen parte varios partidos entre ellos los dos tradicionales rivales, el liberalismo y el conservatismo, además de la izquierda y los verdes. 

¿A qué se debió la derrota de los amigos del plebiscito? Hay varias versiones, la principal de las cuales es que el presidente Juan Manuel Santos, a pesar de haber sido periodista y tener la asesoría cercana de su hermano, destacado columnista, no ha sabido sacudirse de la campaña de rencor que ha emprendido en su contra quien fuera su antiguo jefe y aliado, el expresidente Alvaro Uribe, quien se ha revelado como extraordinario comunicador y excelente político de oposición. 

Ha sido pelea de tigre y burro amarrado. Yo conozco al personaje y he lamentado mucho que el presidente Santos no cuente con asesores de peso, que le impidan cometer errores y lo lleven por caminos exitosos. Los errores presidenciales se pueden contar por montones y no es de extrañar, para analistas externos, el hecho de que haya fracasado la campaña a favor del plebiscito. 

Entre los errores que podría citar hay algunos muy gordos. Basta citar el gravísimo tropiezo en las negociaciones con Nicaragua, que nos llevaron a perder extensa zona marítima. Los negociadores colombianos fueron fracaso continuo y resultaron mejores los de Nicaragua, país que no tiene tradición en los debates internacionales. Pero perdimos el pulso con el gobierno de Managua.

Otro fracaso fue el nombramiento de ministros. Consideré un error designar a unas damas a las que se podía atacar por sus preferencias sexuales. Eso abrió un abismo ante la opinión pública que nunca se explicó las razones de esa selección, lo mismo de que otros ministros que no dieron muestras de habilidad. Las oficinas gubernamentales de prensa fueron también grave fracaso.

Santos no supo responder los ataques y a veces se mostró como boxeador arrinconado. El principal fracaso fue la política de paz. Muchos colombianos no olvidan los crímenes de la guerrilla y con pedir perdón no se lavaron los pecados de los discípulos de Tirofijo. Caló mucho la campaña de que se le estaban dando demasiadas gabelas a las Farc. Habrá que resucitar la bandera blanca. El país no puede volver  a caer en la guerra.      

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