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¡Es el desarrollo, idiota!
La solución no pasa por más prohibiciones de pico y placa a las motos.
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Viernes, 22 de Enero de 2016

Una de las grandes sorpresas de la elección regional de 2015 en Colombia fue el triunfo de candidatos independientes, unos más que otros, en las principales ciudades del país: Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla y Bucaramanga.

El programa de Caracol Radio, Hora 20, los entrevistó en la primera semana del año para saber su programa de gobierno y hará seguimiento a lo prometido en los primeros 100 días de gobierno.

El único no entrevistado fue Peñalosa en Bogotá y en parte es lógico ya que la visión peñalosista es bien conocida.

Lo primero que llama la atención en los otros cuatro alcaldes es su conocimiento de la problemática de cada ciudad y de la visión de ciudad que quieren, sin decirse mentiras.

El alcalde de Medellín, la más avanzada, sabe que falta mucho para lograr la ciudad que tanto promocionan. Lo segundo es que se desligan del Mockusianismo-Peñalosismo que en cierto momento inundó el país, imitando pico y placa, día sin carro y demás genialidades andinas.

El alcalde de Barranquilla quitará el pico y placa, pues como lo dijo, no es ninguna solución a los problemas de tráfico, como todos sabemos.

Esa aceptación tácita, de una ciudadanía aletargada, de la prohibición como motor de la administración pública basada en visiones seudoambientalistas que ocultan incapacidad administrativa, ha hecho mucho daño al país.

Esa visión de atacar los efectos de las malas políticas públicas en vez de exigir buenas políticas tampoco la comparten los otros alcaldes.

Se ve también que podemos pasar de mandatarios locales plegados a decisiones nacionales, con promesas en su mayor parte incumplidas, a verdaderos líderes regionales equilibrados en su manejo de lo nacional, teniendo el control de lo local.

Eso se vio en la entrevista con el alcalde de Barranquilla y su reclamo al incumplimiento del ministro de Minas de los acuerdos sobre precio del gas natural.

Parece que en grandes ciudades están pasando de moda los alcaldes “yes-man”, como dicen los gringos, que espera que todo se solucione de la mano de un gobierno nacional todopoderoso.

Eso se reflejó claramente en el debate sobre los sistemas de transporte urbano masivo. Cuando fue presidente, Álvaro Uribe Vélez se casó con los sistemas de bus de carril dedicado, llamado Transmilenio en Bogotá y los volvió política nacional.

Particularmente en Barranquilla y Bucaramanga han sido un estruendoso fracaso social y económico; los presupuestos estuvieron muy por debajo del costo real y la demanda proyectada muy por encima de la real que condujo a subir la tarifa más de lo estimado, desincentivando su uso.

El alcalde de Bucaramanga habló de revisar la tarifa a la baja con el estupor de los periodistas bogotanos, “porque”, sostuvo, “…uno compite con otros sistemas” como las motos. Al mes es 40% más barata la moto que el Metrobús.

La solución no pasa por más prohibiciones de pico y placa a las motos, más impuestos y más “desincentivos”, lo que queda es pensar desde lo local los sistemas de transporte, para incentivar su uso.
Genialidades importadas, desastre local.

Medellín por su parte, tiene claro que cuenta con el mejor sistema de transporte urbano del país y por eso conoce que para que sea sostenible el sistema debe ser realmente integrado. Para que la integración opere se requiere un ente que centralice todo el recaudo, como en el resto del mundo. Pero como eso implica desmontar las mafias del transporte, no se hace; eso es claridad conceptual. Ojala lo logren.

Es refrescante ver que el desarrollo se plantea, como debe ser, de abajo a arriba. Dos conclusiones. Si Bogotá aplica idéntica formula de hace unos 13 años, con su idea de desincentivos a ciertos modos de transporte y culturaciudadana, es posible que quede por fuera del pelotón de punta de las ciudades más innovadoras en desarrollo en Colombia. Se escudará en que recibió una ciudad que la izquierda hizo inviable en doce años.

La segunda conclusión es que Cúcuta se aleja cada vez más de las grandes ciudades, pues el sector privado, clave en ciudades como Medellín y Barranquilla, ha dejado la planeación del desarrollo en manos de los gobernantes de turno, con los resultados que hoy vemos: no hay visión de ciudad. El asesor económico de Clinton tenía en su escritorio una frase que decía, “es la economía, estúpido”, para significar que la economía no era cosa de juego de azar. El desarrollo que incluye lo económico, es por tanto aún más serio y podemos parafrasearnos: “Es el desarrollo, idiota”.

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