Desde cuando se iniciaron los trabajos en el puente Benito Hernández de San Rafael, para la construcción de uno nuevo y las vías de acceso, se han presentado los inconvenientes de movilidad propios de una situación como esta y los trancones en todo sentido para ingresar al puente están a la orden del día, sobre todo en las horas pico.
Ayer aconteció con asombro algo que debe resaltarse, ocurrió en horas de la tarde y consistía en el orden que tenían los conductores para ingresar desde la glorieta Virgilio Barco al mencionado puente, en una sola fila, sin afanes, uno tras otro marchaban los vehículos.
Qué maravilla, casi nunca se ve este tipo de comportamiento por parte de los conductores, daban ganas de hacer un video y registrar esa situación poco usual.
Pero no había pasado más de treinta segundos, cuando la fila se vio alterada por la presencia de las busetas que cubren las rutas que vienen a Cúcuta desde Los Patios.
Se adelantaron, a la fuerza entraron en la cola de carros, pitaron para que advertir su presencia, hicieron caso omiso del orden que se había establecido y continuaron su marcha.
Se corrió el telón de una función que duró muy poco, se acabó la armonía que se había dispuesto y se desató el desorden, el mismo que impera en el otro ingreso al puente, donde finaliza la avenida primera al llegar a la redoma del antiguo DAS que por ahora quedó debajo de la estructura del nuevo puente, con el consiguiente embotellamiento porque las busetas se atraviesan y saltan obstáculos con el objetivo de pasar a cómo de lugar.
Esa falta de respeto por los demás, hacer que impere la ley del más fuerte y desbaratar lo que estaba fluyendo de manera ordenada y como debe ser, ocurre por falta de civismo.
Cosas como esta son las que llevan a pensar que los maldicientes de la ciudad tienen razón cuando despotrican de la gente y de la ciudad misma desde su trinchera.
Esto ocurre porque hay unos pocos que con los pies desbaratan lo que otros han fabricado con apego a las reglas.
Las autoridades de tránsito no asoman por ese sector en las horas de mayor congestión, lo cual facilita que los conductores avivatos hagan de las suyas y atropellen a los demás.
Esto es apenas una pequeña muestra de lo que pasa en nuestras calles, las cuales con medidas sencillas es fácil de solucionar.
Volvemos al punto, hace falta pedagogía, hacer respetar las normas establecidas y ser solidarios.
Los dueños de las empresas de trasporte público deben darse a la tarea de ilustrar a sus conductores, de esta manera será más agradable conducir en esta ciudad que cada día tiene más trancones y sin un plan a corto mediano plazo que contemple la puesta en marcha de un medio masivo de trasporte.
Cuando hay voluntad se pueden lograr soluciones a problemas que parecen complejos.