Muchas veces, cuando visitamos los centros comerciales lo hacemos utilizando vehículos los cuales son estacionados en espacios subterráneos.
Una vez apagamos el automotor, nos dirigimos a cualquiera de sus entradas y en el trayecto sentimos incomodidad al respirar, un fuerte olor a combustible, sumado a un incremento de temperatura.
Esa sensación es real y además peligrosa, puesto que se trata de la presencia de gases nocivos derivados de la combustión vehicular en sitios donde la ventilación es insuficiente y lugar preferido de los gases para robustecer su mortal acción.
Estos gases son: monóxido de carbono (CO), monóxido de nitrógeno (NO), dióxido de nitrógeno (NO2 ) y vapores de gasolina, a los cuales se les atribuye parte de las causas de mortales enfermedades respiratorias y circulatorias, en crecimiento a nivel mundial.
La situación se agrava en las personas que tienen dentro de sus funciones, la vigilancia de dichos espacios los cuales no poseen los mínimos elementos de seguridad industrial y no me refiero a los tapabocas, habida cuenta que los mismos no protegen en lo más mínimo los sistemas respiratorio y circulatorio de los trabajadores que se exponen por largos períodos a la contaminación.
Debo hacer mención al Decreto Único del Trabajo 1072 de 2015, estableció en su Libro 2. Parte 2, Título 4, Capitulo 6, las disposiciones para la implementación del Sistema de Gestión de la Seguridad y Salud en el Trabajo (SG-SST) y luego, reglamentó su articulado.
En la norma citada, obliga al empleador a tomar las medidas necesarias que mitiguen o reduzcan el riesgo a los empleados que son expuestos a tan evidente amenaza.
Esa incómoda sensación, la he sentido principalmente en uno de los centros comerciales de la ciudad, sobre todo en horas donde el cupo de estacionamientos es reducido debido a la alta demanda y presencia de visitantes.
Es hora que los representantes legales de dichos edificios, cuyos estacionamientos son subterráneos, revisen no solo la norma sino los equipos que deben instalar para advertir altos niveles de contaminación y además, tomar los correctivos para reducir el riesgo a sus visitantes.
El Ministerio de Trabajo y las dependencias de salud municipales y departamentales no pueden ser indiferentes frente a un problema cuyas consecuencias afecta inicialmente a los vigilantes que son ubicados en dichos sitios, inhalando gases tóxicos por más de seis horas continuas, pero que sin duda ataca con mayor severidad a personas inmunosuprimidas, cuyas defensas son limitadas.
Los gerentes de los centros comerciales, son los llamados a permanecer al menos una hora en los sótanos, para que en carne propia, sientan la asfixia que genera la combustión vehicular y definan estrategias para mitigar la mortal situación que generan los gases de la combustión.