El libro “La venganza de la geografía” del analista político y asesor de seguridad de expresidentes estadounidenses, Robert Kaplan, es un análisis geopolítico con énfasis en la importancia de la geografía para entender los desarrollos políticos; aplicado a nuestro país, explica bien porque nos pasa los que no pasa. Kaplan identifica al continente americano como una región con una clara división geográfica en dos zonas, una la norte del Amazonas y otra al sur de este sistema selvático. En el primero ubica a Colombia y Venezuela como centrales al interés norteamericano que este posee en el caribe. Lo expresa así: “… Colombia y Venezuela, así como las Guyanas, a pesar de encontrarse en la costa septentrional de Sudamérica, funcionalmente forman parte de Norteamérica y el Mediterráneo americano. Su mundo geopolítico es el Caribe… Al igual que el Mediterráneo europeo, el Mediterráneo americano no divide, sino que une”.
En segundo término, expresa que éstos países “… se encuentran limitados por la topografía, el clima y la ausencia de materias primas estratégicas…” lo que les ha impedido convertirse en grandes potencias marítimas. Para entender lo del clima es porque él explica que los climas templados con buenos suelos agrícolas permiten el desarrollo civilizador de mejor manera. Y expresa: “… la historia se escribe entre los “veinte y sesenta grados de latitud norte”, citando a otro analista, Strausz-Hupé. Si a ello sumamos una estructura política centralizada y de economía extractiva como la colombiana, con visión de tierras altas, herencia del coloniaje español, se entiende porque el pacifico es una zona olvidada y abandonada, como lo atestigua hoy Tumaco. Y así mismo son zonas olvidadas lo que está intracordilleras, sub-desarrollándose Colombia sólo en la región andina. Entender la regionalidad geográfica colombiana e integrarla, implica además de un cambio en el modelo político y económico, construir los grandes proyec
tos de integración oriente-occidente, tales como el tren de Cúcuta al Magdalena Medio y al Pacífico, tal como lo expresé en otra columna.
Y entender eso, nos lleva a una tercera consideración. Kaplan sostiene que las fronteras no geográficas, sino sólo políticas, son especialmente vulnerables y tienden a nivelarse a la condición del país más degradado el área fronteriza, poniendo como ejemplo la frontera entre México y Estados Unidos en la zona central de montañas y mesetas. Las condiciones de “ilegalidad” tienden a filtrarse en los poros fronterizos. Por eso las fronteras son zonas de especial consideración en los países desarrollados, no así en Colombia, donde nos alegramos de que cuatro ministros vayan a prometer chichiguas para palear una crisis histórica.
Y finalmente, identifica Asia y el Pacífico como la zona de desarrollo mundial. Kaplan establece, qué entre Turquía y Japón, con papel centralísimo de China e India, se está dando el desarrollo mundial actual, y sobre todo, se dará en el futuro. Si uno mira un mapamundi no con centro en el Atlántico, sino en el Pacífico, es claro, que el mundo eurocéntrico está en las márgenes de ese desarrollo; es una nueva era histórica, pero aquí seguimos anclados en el mundo de la guerra fría, hablando de economía centralizada y de la visión castro chavista del mundo. Como lo refiere Kaplan, no somos referente para nada, sino unos países anclados al subdesarrollo y la desinstitucionalización.
Sería interesante oír planteamientos de geopolítica actual a nuestros candidatos presidenciales, pero nos quedamos en si se requiere más o menos estado, y en si la extrema izquierda es válida para Colombia. Definitivamente el mundo se ve mucho más pequeño desde los cerros.