Los migrantes contribuyen a la integración de sus países de origen con la economía global. La difusión del conocimiento se favorece con los flujos transfronterizos de personas y exportaciones.
La globalización ha generado el incremento de flujos de bienes, ciencia, tecnología y en general de conocimiento. Todo ello, llega a un determinado país y fluye con más velocidad entrando que saliendo.
El primer episodio de globalización económica, tuvo lugar a finales del siglo XIX e inicios del XX. Hoy, vivimos un segundo episodio que inició hace unos 30 años, y por el que la relación comercio mundial/Producto Interno Bruto, de los países, se ha triplicado. También se ha observado que entre 1960 y 2005, la población del área de la “Organización para el Desarrollo y la Cooperación Económica-OCDE”, que agrupa a los países más ricos del planeta, aumentó del 3 al 10% de la población mundial.
En la primera migración incidió la Segunda Guerra Mundial, por ello el sentido fue de Europa a América. Actualmente, la migración es desde los países en desarrollo a los desarrollados. Una migración Sur-Norte, que representa más del 50% de la población que migra.
Según el Dr. Hillel Rapport, de la Universidad de París, al migrar las personas conectan a sus países con economías y tecnologías más avanzadas. Lo natural, entonces, es que redes de migración se empiecen a formar y a facilitar las transacciones bilaterales, al tiempo que remueven barreras de información y barreras culturales. Las redes de migración crean puentes entre países por los que circula bienes, capital, tecnología, ideas, y por supuesto, más gente.
En lo académico, la migración Sur-Norte ha movilizado a personas de gran nivel. Del total de migrantes en el mundo, las personas preparadas representan el 40%. Lo interesante es que esta cifra no ha afectado el capital académico en países de origen, pues en algunas naciones hasta ha disminuido la “fuga de cerebros”, mientras que en otros el aumento de las fugas ha sido muy leve.
En cuanto a logros educativos, en países en vía de desarrollo, se ha promovido un nuevo enfoque, producto de la migración. Ahora se habla de prospectar el capital endógeno de cerebros para su “fuga” programada. El logro es una mejor de formación de capital humano en el exterior, que luego promueve el incremento del comercio, los influjos de capital y la transferencia de tecnología.
Estos aspectos nos llevan a pensar que actualmente, la globalización ha traído la necesidad de preparar más y mejores emigrantes. Sobre todo porque los países emisores han notado que las personas capacitadas hacen mejor papel de emigrantes, que el que harían retornándolos a su país de origen.
De las dinámicas que se desprenden de las migraciones vemos efectos interesantes. En primer lugar, si bien para las economías emisoras los ingresos por mesadas que envían sus connacionales, se ven aumentadas, la migración representa un desarrollo cuantitativamente más importante para las economías receptoras.
En segundo lugar, los países emisores se ven beneficiados por corrientes de migrantes que luego, pueden retornar a su país y generar un movimiento circular de personas altamente calificadas (brain circulation). Un ejemplo de esta circulación de conocimiento, sucedió en India entre los 60s y 80s, donde hubo migraciones a gran escala de ingenieros. A su regreso en los 90s, debido a que las perspectivas de India mejoraron por reformas económicas, el país se vio favorecido por la ganancia de ingenieros con alto roce internacional, capaces de abordar problemáticas difíciles por experiencias en otros contextos, y con una red de contactos internacionales.
Para la India fue claro que la difusión del conocimiento se favoreció por la creación y desarrollo de redes científicas. No obstante, para países en vía de desarrollo, estas redes pueden favorecer la adopción de tecnologías, más que generar innovación.
Para generar innovación, entonces, se requiere de co-creación a través de redes de co-autorías de invenciones. En ellas, la colaboración puede darse en países anfitriones (desarrollados), o por colaboraciones entre aplicantes en países desarrollados e inventores en países en vía de desarrollado.
Como vemos, globalización, emigración y conocimiento van de la mano, mueven la economía y estrechan lazos sociales interculturales. Ahora, lo propio es cuestionarse y responder, sí: ¿es bueno que millones de extranjeros estén en Norte de Santander?, ¿es bueno que nuestras nuevas generaciones migren?, ¿es bueno repatriar “cerebros fugados”, cómo hizo el programa “Es tiempo de Volver”, de Colciencias?, y más aún: ¿qué políticas requerimos para la gobernanza de comunidades interculturales, producto de la globalización?