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Gracias Maduro
El cierre de frontera permitió que Cúcuta empezara a pensar cómo vivir sin dependencia absoluta de Venezuela.
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Viernes, 20 de Mayo de 2016

Hago votos porque Venezuela salga de su situación de Estado fallido, con el menor dolor posible. Ya no se habla si el régimen populista de izquierda en Venezuela puede caer, sino cuando.

Pero quiero agradecer que Maduro hubiera tomado a Cúcuta como la excusa de su fracaso, argumento sobre el cual cerró la frontera y nos sacó de estar en medio del huracán. Hoy, Cúcuta tiene para comer sin Maduro; los tachirenses no, por Maduro. Ahora busca en Medellín la excusa, en España y, claro, en el imperio gringo. Los pueblos y pueblas que el acusa como excusa solo muestran lo elemental de sus argumentos.

Pero también el cierre de frontera permitió que Cúcuta empezara a pensar cómo vivir sin dependencia absoluta de Venezuela, lo cual ha hecho crecer la dignidad local y su capacidad de enfrentar la crisis. Será largo el camino y será duro, pero mantenernos en ese objetivo es el camino. 

Pero, además, eso que parece nuevo ya se discutía en la Cúcuta del siglo XIX como lo relata Julio Pérez Ferrero en “Conversaciones familiares”, con la siguiente charla: “Don Jorge Briceño sostenía con razones de orden económico la empresa al Magdalena; y en cierto día que discutía con acaloramiento su idea ante el general don Domingo Días, dijo: “soy venezolano como Usted lo sabe, general, pero no quiere decir esto que no ame a Colombia; y veo para esta república amenazado su futuro con los desmanes y atropellos del gobierno venezolano el día que empuñe sus riendas un hombre arbitrario”. Pérez remata mencionando la veracidad de esto cuando fue gobernante del Zulia el general Venancio Pulgar y del gobierno nacional venezolano el general Cipriano Castro, a los cuales hay que sumar a Nicolás Maduro.

Ese imaginario venezolano sobre Cúcuta como dependiente absoluto de Venezuela, es lo que lleva a que cualquier gobernante venezolano, con actitud de dictadorzuelo, crea poder actuar impunemente en la frontera. Sucede, también, con cualquier guardia nacional, que entre más corrupto es, más arbitrario se vuelve.

El cierre de la frontera puede tener su mejor resultado en que Cúcuta cree un modelo de desarrollo que se integre más a Colombia, pero con visión internacional. Romper el cordón umbilical de “aprovechar” las oportunidades que daba Venezuela, es el camino para que Cúcuta pueda reenfocar su desarrollo. No quiere decir que nos olvidemos de Venezuela, sino que como lo decía Maduro desde sus prejuicios, debemos crear una nueva relación en frontera: más integración sí, pero no dependencia. 

Y ante la realidad de hoy la frontera debe permanecer cerrada y no podemos dejar la decisión solo al poder central; es nuestro futuro y debemos dirigirlo. Porque la Venezuela del “tá barato, dame dó”  se fue para siempre. El camino de Venezuela empieza por tocar fondo, cambiar el Estado, depurar su fuerza armada y reinsertarse al mundo. El problema es que eso empieza por una debacle humanitaria y de desplazamiento que solo puede contenerse en parte con una frontera cerrada. Abrirla en las condiciones anteriores es obligar a Cúcuta a ser parte de la caída del régimen más corrupto en la historia de Venezuela, que es mucho decir. Cuando se reimplante un Estado serio, no podrá volver a su visión de dependencia petrolera, pues así muchos aún lo duden, este mundo debe renunciar al petróleo como energético principal. 

Venezuela tiene aún una buena infraestructura, pero abandonada y ponerla a punto requerirá mucha plata y esfuerzo, porque una vez más se muestra que la ideología puede destruir muy rápidamente cualquier fuente de riqueza, pero cuesta mucho tiempo de trabajo profesional volverlas a poner en orden. 

Cuando la frontera se abra, nunca bajo el actual régimen, debe hacerse sobre la realidad que Cúcuta es la ciudad más importante de la frontera, algo que ahora entienden en San Cristóbal. Espero que haya un plan regional para la caída del edificio venezolano, para que los daños sean mínimos. Gracias Maduro, su torpeza nos ayudó.

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