Han transcurrido pocos días desde el cierre de las urnas en el balotaje en Ecuador, y el candidato Guillermo Lasso ha sido elegido como nuevo presidente de esa nación andina. Logró un 33% más de votos que los obtenidos en la primera vuelta en la que arribó segundo. Por ello, bien vale preguntarse ¿cómo logró este exbanquero, convencido partidario del libre mercado vencer al candidato que representaba al correísmo y al socialismo del siglo XXI?
Como observador neutral entiendo que la votación mayoritaria de Lasso más que un voto por sus propuestas tuvo que ver con un acto de rechazo a lo que representaba Andrés Araúz. De allí, que es de esperar que el Presidente electo lea correctamente el resultado y así, busque alianzas que amplíen su base en el parlamento y de esta manera se le pueda dar estabilidad y gobernabilidad a un país pequeño en territorio, y pobre en cifras macroeconómicas, pero con muchos y variados recursos naturales así como competitivos recursos humanos.
Es bueno recordar cómo en la década de los setenta, con la excepción de Colombia y Venezuela, toda Suramérica vivía bajo regímenes dictatoriales, y fue justamente Ecuador en 1978 el primer país en dejar tal lacra. Han transcurrido más de cuarenta años desde aquél entonces y mucha agua ha corrido bajo los puentes llevándose consigo escoria y permitiendo a la vez que florezcan nuevas oportunidades.
Hoy, la humanidad se debate entre la pandemia de la COVID-19, y una crisis económica de nefastas consecuencias que venía arrastrándose desde antes con la caída abrupta de los precios de las materias primas, petróleo incluido. En este sombrío panorama, no podemos olvidar que Latinoamérica desde hace algo más de un lustro venía ocupando el último lugar entre los continentes en lo que ha crecimiento económico se refiere.
De allí, que el Presidente electo tendrá la oportunidad única de buscar alianzas con quienes fueron sus rivales en la primera vuelta, a la vez que con entes sociales, sindicales y empresariales, para en conjunto todos intentar un cambio profundo ante el clamor de los más necesitados del Ecuador, y así darle gobernabilidad al país, ceder y conceder lo cual es de la esencia de la democracia, preservando el medio ambiente tan depredado y también devolviendo la esperanza a la mayoría del pueblo de su país. Es más, en Quito capital de aquél bello y querido país si acaso la Casa Blanca actúa de manera pragmática y audaz, se puede producir una conversación (metafóricamente hablando) entre Washington y Beijing, potencias ambas que han intentado influir de una u otra manera en el devenir del Ecuador, con resultados discutibles pero que pueden revertirse.
Es llegado el momento, para que los entes internacionales guardianes de la economía den una muestra de cuán importante es escuchar también el clamor de los ciudadanos por sobre las cifras macroeconómicas. De nada sirven los equilibrios y los números azules, si acaso el pueblo de nuestros países pasa penurias y consiguientemente se deja envolver por cantos de sirenas que prometen de manera fantasiosa e irresponsable el oro y el moro, que rápidamente se convierten en palabras vacías y frustración. No siendo el único motivo, las políticas del Consenso de Washington y las reglas derivadas de Bretton Woods, son altamente responsables de la postración de nuestros países, no siendo Ecuador una excepción.
Ojalá entonces, se produzca un diálogo constructivo entre ecuatorianos, así como un combate sin cuartel en contra de la corrupción y el narcotráfico. Nada fácil pero posible, además de oportuno y muy necesario para Ecuador y su pueblo como para América Latina toda.