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Hablemos de descentralización
Planeación desde las regiones, desarrollo de infraestructura ( ...) son elementos claves que deben orientar un real modelo de desarrollo.
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Sábado, 17 de Febrero de 2018

La moribunda Constitución colombiana de 1991 tiene un tema que le es transversal, el del ordenamiento territorial, que nunca se desarrolló legislativamente pues no hubo interés de hacerlo. Porque el modelo económico semi-estatista como el colombiano, no es coherente con la descentralización, sino con un poder central que de manera prácticamente sin control, maximice las rentas estatales.

Eso es lo que el gobierno Santos ha profundizado en ocho años de mal gobierno. Creo que para muchos es claro, que el actual régimen colombiano es el mayor obstáculo al desarrollo. Ahora bien, o se cambia el modelo, o como este consiste de un bipolo contrario, estado social de derecho–descentralización, que los gobiernos han optado coger por el lado de garantía de derechos sin consideración al desarrollo, se puede optar, en contraposición, por desarrollar el otro extremo constitucional, impulsando una verdadera descentralización, que a su vez conlleve un modelo real de desarrollo de creación de riqueza. Llevar las contradicciones al límite.

Varios ex candidatos presidenciales, precandidatos e incluso candidatos presidenciales han hablado de descentralización, pero en forma gaseosa, sin especificar a qué se refieren. Porque hablar de ordenar el territorio, en un país regionalizado por la geografía y afectado por la historia, es un asunto complejo, que cambia con el tiempo por variables demográficas, de modos de producción, de avances o estancamientos tecnológicos, de mejoras o desmejoras educativas o de flujos migratorios, entre otras variables. 

Por tanto, si hablamos desde la óptica fariana del mundo de los 70, cuando el país era esencialmente rural, sin una clase media fuerte, el ordenamiento territorial debería hacerse desde una visión rural, basada solo en la tenencia de la tierra, con independencia de consideraciones logísticas o de información, superando una historia de explotación campesina.

Es el mundo de regiones aisladas, autosuficientes y auto gobernadas desde modelos de participación comunitaria. Es la visión que se refleja en el acuerdo farc-Santos de la Habana. Mirar el mundo actual desde la visión arcaica de la guerra fría, es un acto suicida que llevará a una pérdida total de la unidad nacional, con la creación de regiones autónomas sin criterio de nación.

Cada grupo de delincuencia organizada tendrá regiones propias. Es hacia lo que nos dirigimos en la implementación que quieren hacer los del sí. 

Ahora bien, si la mirada es desde la óptica centralista de Planeación Nacional, el país se debería convertir en regiones conectadas a un centro desde el cual se irradian sabiduría y recursos a unas regiones que anhelan igualarse al centro, donde este se materializa en Bogotá. Es el planteamiento del plan de desarrollo Santos, pre-acuerdo Santos-farc. Es la tecnocracia amoral, actuando con fines políticos. 

Y está también la realidad actual de la metropolitanización, impuesta por el crecimiento poblacional y los flujos migratorios, que conllevaron a un país urbano, que hoy se trata con municipios aislados, independientes y atendiendo únicamente directrices centrales. Es el híbrido de mundo real y mundo virtual, que ha convertido las ciudades colombianas en centros de inseguridad, contaminación, inoperancia y caos. 

El ordenamiento territorial debe venir desde los territorios, no emanar del centro, reconociendo realidades geográficas, históricas, sociales, ambientales y políticas, basándose en una concepción de estado con enfoque en el desarrollo sostenible. Reconocer la realidad de un mundo urbano, que se acelerará en el futuro próximo, implica que la planeación territorial debe ser índole metropolitana, redefiniendo temas como los poderes municipales y que se va a hacer con las gobernaciones, además de definir asuntos como la relación campo-áreas metropolitanas, como desarrollar de modelos de integración espacial y social de tipo urbano, tipo áreas metropolitanas binacionales,  regiones metropolitanas, tan bien definidas como la Caribe y al del eje cafetero, y la ínter conectividad, en diferentes modos de transporte entre estas zonas metropolitanas, que permita mantener la unidad nacional, haciendo trizas un centralismo extractivo.

Planeación desde las regiones, desarrollo de infraestructura, logística, conectividad y comunicaciones, educación pertinente, son elementos claves que deben orientar un real modelo de desarrollo.

Se debe lograr un trabajo territorial ciudadano, pues los más centralistas son los políticos de provincia, para quienes ordenamiento territorial significa regiones de explotación de rentas que se convierten en capitales privados, que más que invertirse, se malgastan en lujos de mal gusto, tipo mafioso, pues como dice el aforismo, con lo que no nos cuesta, hagamos fiesta. También la descentralización pasa por reformar el régimen.

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