Los colombianos estamos expuestos a varios peligros: los atracadores, los vendedores de chance, los dueños de almacenes piratas, los serrucheros, los deshonestos, los amigos de lo ajeno, los herederos ineptos. No son, pues, pocos los peligros.
Pero hay uno que no ha recibido la debida atención de los cazadores de votos. Estamos en peligro de convertirnos en chicharrón, pues el país no cuenta con suficientes equipos de bomberos y si se presenta una conflagración muy grande, la Colombia inmortal puede desaparecer entre las llamas.
Dios nos libre de los peligros que nos acechan, entre los cuales ocupan lugar privilegiado los demagogos que ofrecen desde curar el sida hasta suministrar el número del mayor de la lotería.
Basta escuchar las emisoras en horas de la madrugada para conocer las ofertas de todo tipo de los milagreros, que compiten con los pastores protestantes en la búsqueda de nuevos clientes para sus negocios, que van desde lo más sencillo, como curar una gripa, hasta lo más complicado como encontrar la fórmula de la bomba atómica. Eso nos lleva a conclusión dolorosa: en el país hay marranos para todo.
Pero no existe preocupación por el bienestar de los compatriotas. No se toman medidas para garantizar la salud ni la educación.
Y una de las principales preocupaciones, como lo ha demostrado el inclemente verano que nos ha azotado es que no tenemos instrumentos para combatir el peligro de una conflagración de grandes proporciones, ni para suministrar agua a los sedientos.
Las cifras son aterradoras y ponen la piel erizada: de los más de mil municipios que tenemos en la geografía nacional, la mayor parte, un total de 458 de ellos no tienen cuerpos de bomberos que se encarguen de combatir las llamas que en este verano, por ejemplo, amenazan acabar con pueblos y ciudades.
Ya se han quemado miles de hectáreas de bosques nativos y ha tocado emplear todos los recursos oficiales, incluyendo helicópteros de la Fuerza Aérea, para combatir las llamas. Se corrió el peligro de que algunos pueblos desaparecieran, como acaba de ocurrir en Venecia, Cundinamarca.
Infortunadamente, el país no es previsivo. Hay muchos campos en donde se necesita con urgencia la presencia del Estado. Las colas en los servicios de salud con inmensas y muchos medicamentos no se consiguen. Las cárceles y los hospitales están saturados: no cabe una persona más.
Gentes deshonestas se robaron los ferrocarriles y sólo hasta el actual gobierno se iniciaron las obras necesarias para modernizar las carreteras y los aeropuertos. No se han construido vías para el desarrollo de las regiones apartadas y todavía no hay una carretera que comunique a Colombia con Centroamérica.
El Chocó sigue incomunicado y por ello es la zona con el mayor desempleo y pobreza. Si fuera otro país, Colombia tendría metro, tren de cercanías y veloces sistemas de transporte. Y algo más: modernos cuerpos de bomberos en todos los municipios.
Que estarían a cargo de los alcaldes, quienes deberían responder por el buen estado de los equipos.
Se me ocurre que para mantener las máquinas de extinción del fuego se creen cuerpos de voluntarios, que podrían integrar los veteranos de las organizaciones de elementos al margen de la ley, quienes encontrarían así una ocupación legal remunerada con las que podrían integrarse a la sociedad. ¿Qué tal la idea? Sería la fórmula que se busca para darle trabajo a la guerrilla y a los paras.
Imaginación y honestidad es lo que necesita Colombia. Nos amenazan varios peligros, uno de los cuales, no el menor, son los incendios. Que como acaba de ocurrir, pueden acabar con los bosques, los cultivos, las pequeñas poblaciones, las carreteras, los aeropuertos y todo aquello que nos ha costado mucho trabajo construir. Permítaseme hacer una propuesta adicional: ya que tenemos poco dinero, ¿por qué no se busca la financiación extranjera para fundar los cuerpos de bomberos, que podrían ser dotados por fábricas coreanas, con las que tenemos estrechas relaciones de amistad? En oriente hay países, como China, que están buscando donde invertir su exceso de dinero. Y nosotros no tenemos dinero pero sí muchas necesidades. Es obvia la solución, Sancho… GPT