La señalización vial, es una de las actividades más importantes que debe ejecutar las dependencias responsables de la movilidad en cada ciudad. La misma debe tener criterios técnicos y además, la interpretación de las estadísticas relacionadas con la accidentalidad.
En la presente administración, es bastante complejo interpretar la manera en que se tomaron las decisiones al respecto, puesto que ese tipo de “inversiones” pueden ser consideradas innecesarias, toda vez que la mejora en el flujo vehicular, no es perceptible y en cambio, generan incomodidades tanto a peatones como a conductores.
Son varios los ejemplos que se pueden citar y en esta oportunidad me referiré a la situación que se presenta en la intersección Avenida 4 con calles 8 y 9. En este tramo de la arteria, se decidió que era necesario reducir de tres a dos carriles, formando un cuello de botella que afecta el paso de peatones y de vehículos por supuesto.
El asunto no sería tan grave si no existiera un “terminalito” compuesto por decenas de vehículos de servicio particular y público colectivo (ilegales), cuyos conductores ofrecen en altavoz el destino de los mismos y por esa circunstancia, solo queda un carril que debe recibir los automotores que vienen en la intersección calle 8 con avenida 4. Para completar el caos, no falta el grupo de conductores que detienen su macha aún estando el semáforo en verde, generando bloqueo total del flujo vehicular.
El otro caso, sucede sobre la calle 11 entre Avenida Cero con Diagonal Santander, vía escogida por la dependencia responsable de la movilidad. Allí instalaron elementos que obstaculizan el libre paso, dejando por fuera el carril que debió ser destinado para los biciusuarios. No tengo idea sobre los motivos que dieron origen a tan descabellada idea, por cuanto la inexistencia de cultura ciudadana, obliga a los indisciplinados conductores a ocupar un carril, muchas veces a la vista de los uniformados, expertos en chat, porque además escogen sitios muy visibles para atender los mensajes que llegan a sus celulares y no precisamente de ciudadanos en riesgo de ser objeto de delitos.
Considero que lo comentado, no puede llamarse inversión, habida cuenta que la utilidad de lo contratado solo beneficia al ejecutor de las obras, en lugar de ser para todos los actores de la movilidad. Además, no creo que dichas decisiones se tomaron luego de un juicioso estudio con variables estadísticas que blindaran lo contratado si es que así debe llamarse ese gasto innecesario, dejando claro que sigue siendo el peatón el principal actor de la movilidad y de ahí la importancia de la señalización.