Todos los impuestos son absurdos, o por lo menos eso creemos las víctimas del saqueo de nuestra economía por los distintos gobiernos. Pero aparte de las opiniones de los alcabaleros, a la cabeza de los cuales se encuentra el ministro de hacienda, la verdad es que los gravámenes que nos colocan a los indefensos ciudadanos no son populares Ni mucho menos. Hay unos peores que otros y aquí, en mi tierrita, se está inventando todo un catálogo para dejarnos sin un centavo y llenar los bolsillos del gobierno, al que no se le ocurre nada distinto que impuestos y más impuestos.
Desde tiempos inmemoriales, tal vez desde que el hombre se bajó de los árboles, los tributos han producido total rechazo. Han sido la chispa que ha encendido las protestas populares, muchas de las cuales han terminado en revoluciones, en guerras civiles, en disturbios populares y en nuevos gobiernos. La revolución francesa, el génesis de todas las revueltas, fue ocasionada por un impuesto. Lo mismo ocurrió en Estados Unidos, por un impuesto al tabaco, en la Nueva Granada, en todas las naciones hijas de España y en el nuevo mundo. Si no hubiera sido por las alcabalas todavía tendríamos en Bogotá al virrey Sámano.
Sobre el tema hay dos opiniones totalmente distintas. Unos, encabezados por los ministros que viajan en carro blindado y tienen sueldo con varios ceros a la derecha, defiendenlas contribuciones obligatorias de los demás, y otros, los que vivimos de un sueldo o de una pensión, tratamos de defendernos como gato patas arriba. Pero sin mucho futuro porque tenemos perdida la pelea.
Como la imaginación alcabalera es inagotable, se prepara chorro de impuestos, que serán ‘’amables’’ según dijo el presidente Juan Manuel Santos, quien no hace mucho fue ministro de hacienda, cargo que no le trajo ningún amigo, ni siquiera quien fuera su jefe en ese momento, el ex presidente Andrés Pastrana quien pasará a la historia por tener la más grande colección de corbatas y por haber esperado durante varias horas en soleada plaza del Caquetá a frustrado interlocutor, el mítico Tirofijo, quien nunca llegó. Por algo, creo, a Pastrana hijo lo bautizaron ‘’el inútil’’.
En la lluvia de contribuciones que nos caerá pronto, la más absurda es la que prepara el alcalde Enrique Peñalosa, quien sigue sacándole el cuerpo al metro: nada menos que un impuesto, ‘’muy económico’’, de unos tres millones de pesos al año, para poder circular por el centro de la ciudad en las horas de picoy placa. Una idea genial dizque para evitar la congestión de vehículos del centro históricopero que en realidad sólo afectará a los choferes más pobres porque los ricos, con carros de más de cien millones, si tendrán con que pagarlos. Un modelo elitista que complementaperfectamente el abandono del soñado metro, que solo veremos en Bogotá en fotografía. Tocará elegir un alcalde paisa porque los cachacos han sido incapaces.
P.D. Inmensa la paciencia del presidente Santos con el Procurador Ordoñez, quien anda de candidatolaureanista. Qué descaro el delpersonajeque quemaba libros como en la época de la Inquisición. ¿Y qué tal la historia de la española?… ahora es víctima…GPT