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Indelicadezas que cuestan
La decisión de la Procuraduría de suspender a los miembros de la junta directiva de la Cámara de Comercio es una sanción oportuna.
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Sábado, 4 de Julio de 2020

La decisión de la Procuraduría de suspender a los miembros de la junta directiva de la Cámara de Comercio por sus excesos e indelicadezas, y la destitución de su director, es una sanción oportuna, bien recibida y que de paso merece todo el reproche de la ciudad frente a unos directivos que en estos tiempos difíciles para el mundo, de gran incertidumbre para Colombia y una frontera con graves problemas, no se les ocurre nada distinto sino a subirse desproporcionadamente sus salarios. Lo que hicieron en su momento fue una “vergonzosa cachetada” a la ciudad, una burla, y por ello hay que aplaudir la decisión de la procuraduría. 

De hecho en mucho tiempo en la ciudad y la región, con tantos excesos e indelicadezas que frecuentemente se presentan en asuntos públicos en esta ciudad, es una de las primeras decisiones ejemplares que toma un organismo de control. Las deficiencias de una fiscalía, procuraduría o contraloría llevan a los funcionarios a realizar actos de corrupción. Por ejemplo, ¿con qué autoridad en estos momentos de dificultades que vive el mundo y Colombia, sale un fiscal y un contralor a explicarle inútilmente a un país su viaje de fin de semana a San Andrés, mientras la gran mayoría está confinada, desempleada y con su negocio al borde de la quiebra? Por ello resulta cierto aquel adagio que viene desde el imperio romano que la “La mujer del César no solo debe serlo, sino que debe parecerlo”.

¿Cómo hace para entender un país que las autoridades castigan y reprochan a la gente que hace fiestas durante la pandemia en Cali y Chocó, que de alguna forma se van los fines de semana y los puentes de rumba a sus fincas, y mientras tanto, dos de sus autoridades más importantes, contralor y fiscal, se van en un avión oficial de weekend a la playa? Llego a pensar, que muy probablemente el director de la Cámara de Comercio de Cúcuta y su junta directiva, viendo esas imágenes de lo que en este país hacen un contralor y fiscal, y sin duda con un par de botellas de whisky al lado, en medio del alicoramiento, llegan a la conclusión de que si eso sucede con las autoridades más importantes, “¿por qué nosotros no nos podemos subir y doblar el sueldo?, para eso es el poder”.

¿Que la gente en Cúcuta está sin empleo, que la informalidad llega a más del 70%, que los microempresarios están en la quiebra, que muchos ya pasan hambre? “Eso no interesa, que la gente se joda, pero mientras pasa la pandemia, nosotros eso sí, los de la junta directiva, la pasamos rico”. Esas son las reflexiones que se hacen cuando hay soberbia acompañadas de licor.

Si el exdirector Santaella y la junta directiva hubieren conocido algunos episodios de nuestra historia o de la literatura universal, muy seguramente no habrían llegado a esos excesos. Por ejemplo, el presidente Marco Fidel Suárez en los años 20, en algún momento no le alcanza su sueldo de primer mandatario, lo empeña y Laureano Gómez le inicia un debate en el congreso por indignidad que lleva a la renuncia a la presidencia. Su defensa en el congreso: “Me hubiera bastado tan solo una firma para haberme enriquecido, pero no lo hice”. Así fue la caída de Marco Fidel Suárez. En otros tiempos posteriores, Alberto Lleras Camargo fue un hombre pulcro en su paso por la presidencia. Después de su mandato, fue concejal en el municipio de Chía y llegaba a las sesiones en bicicleta. 

Si el exdirector y la junta directiva de la Cámara de Comercio hubieren conocido en algo la Divina Comedia de Dante Alighieri, un clásico de la literatura universal escrito en 1304, el primer libro que habla sobre el infierno – la Biblia no lo hizo -, ahí en ese libro Dante habla de los círculos del infierno a los que llega el ser humano, siendo uno de los círculos precisamente el de la soberbia. Es la tentación del pecado. 

Hacia octubre del año pasado había escrito una columna advirtiendo de algunas de esas indelicadezas, que desde luego no les interesó, u otras, como por ejemplo, desconocer en su momento el esfuerzo de Manuel Guillermo Cabrera y Alfonso Morales en la iniciativa de la zonas económicas especiales. Ni siquiera los invitaron cuando fueron aprobadas. Así es, los excesos, las vanidades y las indelicadezas en los asuntos públicos.
           
Edgarcortes.asesore@gmail.com    

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