Después del ataque terrorista del eln contra la escuela de policía general Santander, el presidente Duque empezó a recorrer las zonas donde actúa ese grupo criminal, empezando, como es lógico, por el Catatumbo. Anunció medidas ofensivas contra esa agrupación de bandas criminales autodenominada eln, pero además dijo que iba a hacer inversión social consistente en, reformas a algunas viviendas, recebar algunas vías terciarias y en algunos acueductos veredales. De inversión real, esa que cambia la fisonomía de una región, esa que permite desarrollar las potencialidades de una zona, no dijo nada.
Y es que el Estado colombiano, para poder mantener el régimen, incurre en unos errores conceptuales que nos hacen parecer, y lo somos, una “banana Republic”. Baste mirar, como una justicia totalmente politizada e ideologizada, nos tiene hace casi cinco años en el sainete de la “paz”. Validó convertir en actores políticos, en igualdad de condiciones al estado colombiano, a las guerrillas colombianas, convertidas hace mucho en bandas criminales dedicadas al narcotráfico, y montó con ellas las mesas de la Habana, estado enemigo de la democracia y padrino de las guerrillas, unos protocolos de negociación donde los trataba como iguales, y en caso que las negociaciones se dañaran, el estado colombiano con las debidas medidas de seguridad (para ellos, claro) y de manera confortable, los devolvía a sus zonas de delincuencia para que prosiguieran “su lucha”. Pero como la jurisprudencia colombiana es según marrano, un nuevo presidente que devolviera a esos grupos a su verdadera condición de terroristas, ya no tenía que respetar la visión Nobel del tema, no estaba obligado a cumplir esos protocolos, y hoy le exigimos al diablo (Cuba) que devuelva al cielo (Colombia) a varios condenados (jefes de la banda). Quitada la venda, vemos que no tenemos una ley coherente para tratar con el terrorismo, mientras los viudos del Nobel, despotrican contra el “inconsecuente de Duque”.
En lo económico es lo mismo. Veamos el ejemplo de las pensiones. Ya se anuncia una nueva ley para “ajustarlas” porque “económicamente” no son viables. Una forma de ajustar las pensiones en una economía cada vez más decadente es pensionar al menor número de ciudadanos, y a eso aspira el nuevo ajuste. La otra es generar desarrollo. La relación que define la sostenibilidad tema pensional es cuantos trabajadores activos hay por cada jubilado, tasa decreciente en Colombia donde, además, el subempleo es superior al 35% y la mayor fuente de empleo es el estado. Un empleo estatal no genera riqueza, y por eso, su pensión se paga de impuestos. Crear verdadero empleo de valor agregado, que sólo lo da el sector privado, es el único camino a la solución real del sistema pensional. Con el modelo de economía semi-estatal que tenemos solo queda el camino de no jubilar.
Exactamente la misma relación se da entre inversión social e inversión real. La primera deja igual las condiciones socio-económicas estructurales de una comunidad en problemas; sólo soluciona el plato de comida del día siguiente, es pan para hoy, hambre para mañana. Unas casitas más, unas casitas menos; unos acueducticos sin recursos para operación y mantenimiento, y unas vías terciarias recebadas que se dañaran al siguiente invierno no cambian nada; sólo disfraza una solución. En cambio, verdaderas inversiones en infraestructura que le den competitividad a la región, que le permitan la llegada del desarrollo, como la marginal del Catatumbo, no se mencionan. A lo más que se compromete la voraz e inepta burocracia central es a “gestionar recursos” para un “futuro” incierto. Un plan de inversión real que le permita la Catatumbo y a sus habitantes salir por sí mismos de las garras de la violencia y el hambre, no es una consideración de este estado. Igual hizo el gobierno anterior, añadiéndole aquel, la posible entrega de esa región a la “insurgencia”.
No presidente Duque, sacar al Eln de la zona de frontera, más aún con una Venezuela capturada por mafias, no es solo a plomo y regalitos para los pobres. Aplicar la misma medicina que no ha funcionado, a la misma enfermedad, nos llevará a que en cuatro años los señores del eln dejen de ser terroristas y vuelvan a ser insurgentes políticos, y a una nueva mesa de “paz” con la excusa de la grave situación que vive el Catatumbo. La casa del trueno, como le dicen los barí, seguirá como una buena excusa del régimen.