Tras haber salido bien librado en la prueba de la selección de aspirantes a la Procuraduría General de la Nación en el Consejo de Estado, Jaime Buenahora -nortesantandereano de nacimiento y de querencia- está en la baraja de las posibilidades para ese cargo. Claro que le faltan escaños para llegar, como es entrar en la terna que se conformará y finalmente, recibir el beneplácito del Congreso, a quien le corresponde la elección.
Por ahora, estar entre los diez escogidos por el Consejo de Estado es un buen avance. Es un reconocimiento a su condición de profesional bien calificado para el desempeño de funciones de exigentes responsabilidades públicas.
Podría decirse que “la suerte está echada”, con la consideración de que Jaime Buenahora tiene méritos suficientes para ser Procurador General de la Nación. Su conocimiento del derecho, su adhesión a los principios fundamentales de este, sus convicciones respecto a la justicia son parte de su perfil de persona con visión de equidad en las relaciones en la sociedad. A lo cual se debe agregar su buen desempeño de los cargos que le han confiado. En el Congreso y en las entidades de Gobierno no ha tenido tachas. Así mismo, como docente en universidades de Colombia y Estados Unidos ha dado prueba de sus saberes a satisfacción.
Norte Santander tiene en Jaime Buenahora un intelectual sobresaliente, que es un aporte a la nómina de colombianos con capacidad de conducir la nación por un mejor rumbo.
En lo que le he escuchado y leído a Jaime Buenahora lo considero una persona de óptimo conocimiento, con una concepción de la sociedad y del Estado basada en la libertad y en la democracia, ajena a maquillajes demagógicos y a simplismos movedizos.
Es la coherencia contraria a las fragilidades de asistencialismos engañosos.
La Procuraduría es uno de los soportes esenciales del Estado de derecho. Su buen desempeño es garantía de trasparencia en el manejo de los asuntos oficiales. La veeduría que ejerce sobre los servidores públicos en las diferentes instancias debe tener como resultado la preservación de las disposiciones de ley, el cumplimiento de las normas de la Constitución y la articulación de la ética a la conducta de los que ejercen la autoridad en cualquier nivel.
Formado en la disciplina del estudio, con rigor en escrutinio de los hechos, decidido defensor del patrimonio común, Jaime Buenahora es garantía de acierto institucional. No es proclive a los tráficos de la politiquería. Tales condiciones blindan la Procuraduría contra las maniobras y rebatiñas burocráticas y hacen posible la decencia y el compromiso de sujeción al derecho.
La opción está dada y ojalá prime el interés del bien general por encima de consideraciones reprochables.
Puntada
No paran los crímenes contra los líderes sociales. ¿Dónde está la cacareada “Seguridad Democrática”? ¿Y el Estado social de derecho?
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