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Juan Manuel y los cuarenta bandidos
No es posible que los 15 del circo ignoren a qué personajes les tenderán la mano.
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Lunes, 26 de Septiembre de 2016

Sea del caso reconocer que Santos tiene a veces paradas ingeniosas, como la de escoger 40, precisamente 40, para su recocha de este lunes en Cartagena. No siendo tan variadas ni serias sus lecturas, como cualquiera sabe, la referencia al cuento de Alí Babá le salió bien. Para qué.

Lo que parece un tanto excesivo es traer a inmenso costo de tiempos y recursos 15 presidentes o jefes de Estado en ejercicio, para el gran espectáculo. Hubieran podido ser menos. Tanto como 15, para presenciar los honores que la impecable Armada Nacional le rendirá a la tarima donde se encuentren los 40 peores criminales de la Historia de América, son demasiados.

Pero hasta divertido le resultó el asunto. Porque las declaraciones de jefes de Estado y ministros han sido simpáticas, llamativas. El de España demostró que cualquier español puede ser Canciller. El de El Salvador, que viene del infierno que dejaron la guerra y la Paz que la terminó, dijo cosas tan torpes que uno comprende por qué los maras se le tomaron el país. El buenazo de Costa Rica, querido como todos los “ticos”, empezó con loas a la Paz, y apenas lo apuraron, no más que un poquito, admitió que los del NO, en verdad verdadera más del 85% de los colombianos, tenemos derechos y que la cosa no termina con el festival al que fue invitado, sino que apenas comienzan. Lo duro es lo que viene, dijo. Y con razón.

Pero lo más llamativo fue la presencia de Raúl Castro. Santos se lo trajo para comprobar que la Paz puede ser celebrada por asesinos peores que los 40 seleccionados. Castro los supera a todos sumados.

Es apenas evidente que ninguno de los 15 ha leído una línea de las 297 páginas  que vinieron a festejar. Porque si miraran la primera, solo la primera, se preguntarían cómo el Acuerdo entre un Gobierno y cinco o siete mil bandidos se puede incrustar en una Constitución Política, como si fuera un Acuerdo Especial de los de Ginebra. ¡Y para qué seguir!

No es posible que los 15 del circo ignoren a qué personajes les tenderán la mano. Tienen que saber que compiten entre ellos por el número de asesinatos cometidos y por los años de presidio que deberían pagar en expiación de sus culpas. Se aproximarán curiosos a personajes que se roban por sistema las niñas campesinas, antes de que cumplan los doce años, para convertirlas en esclavas sexuales de sus tropa y para llevarlas luego al camastro de los abortos forzados. Mirarán, curiosos, las cara de los que siembran de minas los caminos por donde transitan hombres, mujeres, niños del campo, para averiguar después a cuántos les volaron las piernas, a cuántos dejaron ciegos o sordos y cuántos murieron porque las minas quedaron demasiado pesadas de explosivos. Y finalmente, querrán ver a los que tienen abarrotados sus propios mercados negros de la cocaína que despedaza la juventud de sus pueblos.

Estos 15 presidentes volverán a sus casas para contar sus impresiones. Las que se lleven después de mirar los honores militares que se rindan a los más depravados y perversos seres humanos que jamás conocieron. Experiencias de esas no se tienen sino una vez en la vida.

Juan Manuel y sus 40 quedarán la mar de satisfechos. Porque en sus mentalidades primitivas cabe perfectamente la idea que esos miles de millones de pesos gastados en un país lleno de pobreza y de necesidades se justifican plenamente. Así pensaban los Nerones y Calígulas cuando llenaban el circo de fieras, de gladiadores y de sangre. En el fondo de sus corazones sentían que lo que llegaba a la arena era la PAX ROMANA.

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