Como quien no quiere la cosa y la cosa queriendo, hoy comienza el sexto mes del año, es decir, como que sí y como que no, llegamos a la mitad del año, el ombligo del almanaque, y todos tan felices como pascuas.

Dicen los que saben dónde ponen las garzas, que el ombligo anuncia la cercanía de mejores cosas, o sea, palabras más, palabras menos, que ya diciembre está cerca. Más cerca que cuando empezamos el año.

El palo no está para cucharas, es cierto, pero el mejor consejo es el que daban los abuelos, que todo lo sabían y lo que no sabían se lo inventaban: Al mal tiempo buena cara.

Y en esto del tiempo, vale también aquello de que todo tiempo pasado fue mejor. Se sabía que en abril lluvias mil y que mayo era el ms de las flores y los vientos se reservaban para agosto, mes de las cometas.  Hoy no llueve en abril pero los aguaceros se desatan a cualquier hora de cualquier día, después de un solazo el macho. El clima se nos patrasió y el almanaque Brístol, que antes era la biblia de los campesinos, ahora no acierta ni una.  

Decíamos ayer (¿se acuerdan de fray Luis de Granada?) que la cosa está peluda. Y no sólo por el clima. El mundo anda patas arriba y a todos los gobernantes les está quedando grande el oficio de gobernar. Los unos porque sí, y los otros porque no. Palo porque bogas y palo porque no bogas.

En Colombia vamos de mal en peor. Recuerdo las sabias y aleccionadoras palabras de mi abuelo Cleto Ardila: “Tamos cagaos y el agua lejos”. A veces era más gráfico: “Ahora sí nos llevó el patas” (yo le cambio la u por una a, para que no suene tan feo).

La carestía nos lleva de culo pal estanco, dicen otros.  Todo p’arriba, nada pa’bajo.   El mango y la maracuyá están por las nubes, dice una amiga, y otra  añade: Ya de ninguna carne se puede comer. Pero los chismosos aseguran que los de arriba viven sabroso, y entonces yo me acuerdo de la copla que dice: Este mundo del carajo/ se parece a un gallinero/. Que los que tienen dinero/ se friegan  en los  de abajo.

Pero al mal tiempo, buena cara. De quejetas y de quejumbres está lleno el mundo. Y de buenas intenciones está empedrado el camino del infierno. De modo que nos toca seguir en la brega, esperando que las cosas mejoren, aunque dicen que las esperanzas mantienen al que es pendejo.

Toca ponerle alegría a la vida y un poco de picante para que deje de ser desabrida. En medio de todo debemos pensar que no hay mal que por bien no venga, es decir, que lo malo trae algo bueno. Después de la tempestad viene la calma, aunque a veces la tempestad es demasiado larga. Sin embargo, es bueno, necesario y saludable saber que no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista.

Afortunadamente hay personas como nuestra querida Francia, que siempre anda dispuesta a hacernos reír con sus ocurrencias. No es que sea bruta ni mal hablada como muchos creen, sino que lo hace a propósito para divertirnos y distraernos de las metidas de pata de su jefe, el presidente. Gracias por divertirnos en este cuatrienio de amarguras y sinsabores. (Aquí entre nos, ¿será que Petro no le da una palomita en el sillón presidencial? Anhelo ese día para reír a moco tendido con sus actos de gobierno). ¡Y que Dios nos proteja!

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