En China, que se perfila como la gran potencia del siglo 21, se hizo famoso un grupo enemigo del hombre fuerte de ese país, el mítico Mao Tse Tung, el padre de la nueva China y el timonel que logró un milagro: convertir una anarquía de propiedad de varias naciones europeas y Japón, en la segunda potencia mundial y en gigantesco emporio económico e industrial, que amenaza la hegemonía de Estados Unidos.
No ha sido fácil la tarea de sacar a la China de la edad media y llevarla al segundo lugar del panorama económico. Costó muchas vidas, sacrificios y trabajo, mucho trabajo, que incluyó una ‘’larga marcha’’ en la que su caudillo atravesó el país de lado a lado, junto con varios de sus seguidores, para fundar el nuevo país que estamos contemplando ahora
Para no entrar en detalles, que quien se interese en el tema debe estudiar detenidamente, para saber cómo se construye una gran potencia, es suficiente anotar que el mandatario autor del milagro fue objeto de dura oposición que en alguna oportunidad encabezó pequeño grupo que se denominó ‘’la banda de los cuatro’’, por el número de integrantes, uno de los cuales era nada menos que la esposa del propio Mao. Y como aquí no hacemos sino imitar porque no se nos ocurre nada original, ha surgido nuestra propia banda de los cuatro, integrada por los enemigos del presidente Juan Manuel Santos y de su difícil tarea de conseguir la paz para Colombia.
La banda está encabezada por un expresidente, Alvaro Uribe, y de ella hacen parte otro exmandatario, Andrés Pastrana, el exprocurador Alejandro Ordóñez y la exministra Marta Lucía Ramírez, todos ellos militantes del derechista Centro Democrático y herederos del viejo laureanismo, responsable de la violencia que azotó a Colombia desde 1946: más de sesenta años.
El gobierno Santos no es perfecto, cierto, ha tenido errores y no ha sabido manejar la imagen: tiene uno de los peores índices de popularidad de la historia. Pero puede mostrar un esfuerzo total en busca de la paz. Que no es popular porque muchos viven de la guerra y no quieren que se acabe, incluyendo el póker de enemigos, organizador de una cínica marcha contra la corrupción, que quiere llevarnos a catástrofe como la que sufre Venezuela, porque creen que el país caerá en sus manos. Error: ocurriría una catástrofe. Basta mirar a los vecinos, que reemplazaron una democracia liberal por una tiranía izquierdista. Ojo, pues.