El abogado y politólogo Raúl Pacheco Blanco, ha presentado por estos días su libro biográfico sobre Laureano Gómez.
No es fácil intentar un ensayo de esta naturaleza, sobre un personaje tan notorio y controvertido en la vida política nacional, como quiera que lo llegaron a llamar “el monstruo” de la política, más cuando el autor pertenece a su mismo partido y fue además político activo, como quiera que llegó al Congreso de la República bajo las banderas azules.
Pero Raúl ha sido un estudioso; siempre lo hemos visto rodeado de libros y su experiencia en la cátedra universitaria en ocho instituciones, lo señalan como una persona de un gran bagaje académico. Y es más, conociéndolo como lo conozco desde mi juventud, creo que fueron sus intensas lecturas las que lo alejaron definitivamente de la política, pues prefería sus libros al fatigante e ingrato trajín de las jornadas electorales.
Lo que pretendo decir, después de haber leído el libro, es que Raúl ha hecho un buen trabajo. No intentó de ninguna manera rendir homenajes, ni tratar de justificar una época, sino que procuró un análisis producto no solo de la veracidad de los hechos, sino también de la comparación de las distintas versiones sobre las ejecutorias del personaje.
Quienes quieran leerlo, allí encontrarán una lección de historia y de la vida política de casi 50 años, en donde es posible apreciar el final de la hegemonía conservadora, la instalación de lo que se denominó la República Liberal y la vuelta al poder del partido Conservador, así como la implantación de la dictadura del general Rojas Pinilla.
Pero lo interesante de esas páginas es que va al análisis y descubre significados que en realidad señalan los porqués de tantas situaciones, en donde los sucesos se pueden observar desde la perspectiva del acierto o del fracaso.
Pero también es el hábil juicio con que describe personajes, no solo a Laureano, sino otros como Concha, Abadía Méndez, Alfonso López, Olaya Herrera, Los leopardos, Gabriel Turbay, Gaitán y tantos otros.
Y dentro de estos, la figura de Marco Fidel Suárez, el presidente que tumbó Laureano por míseros cargos, que resultaron ser muy inferiores a las faltas que él estaba cometiendo en el conflicto de intereses por las dobles funciones que desempeñaba como parlamentario y como empleado de Alfonso López en el banco Mercantil.
Recomiendo esta lectura, que en buena pluma, ayuda mucho a dilucidar episodios tan controvertidos.