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La caja de Pandora y el segundo sitio de Cúcuta
Con Venezuela nuestra relación ha sido como la de un matrimonio disfuncional sin hijos.
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Viernes, 25 de Septiembre de 2015

El cierre de la frontera ha actuado como el acto que abrió la caja de Pandora, pues ha dejado al descubierto varios problemas históricos de muy difícil solución. Pero también ha dejado a la ciudad con un segundo sitio, como el se dio a inicios del siglo XX en el conflicto liberal-conservador. Venezuela cerró y nos declaró hampones; por Colombia no tenemos infraestructura. Y lo que es peor no hay dirigencia unida para romper el cerco.

Por no haber trabajado desde la región planteando nuestro desarrollo, hoy somos juguete en los desarrollos políticos binacionales y asistiremos como convidados de piedra, o peor aún como víctima inerte a la creación de “la nueva frontera, modelo Maduro-Santos”.

Por alguna razón nos dedicamos a llorar la bonanza comercial y olvidamos que debíamos plantear una visión de futuro sin atenernos al fácil camino de las bonanzas, que cambiamos, por esperar que el gobierno central nos diera todo.

Ahora a asumir consecuencias; para Venezuela somos un parásito que siempre ha vivido de Venezuela según el vicepresidente madurista Arreaza, y para Colombia, un problema de “subsidios” más una región “conejillo de indias” del postconflicto.

Desde el lado colombiano, el sistema político está hecho para autoalimentarse y por eso sus fronteras, terrestres, marinas y fluviales, sin mencionar la aéreas, violadas ya dos veces en estos días por la fuerza aérea venezolana, están abandonadas.

La pérdida de mar en el Caribe con Nicaragua, el crónico abandono del pacifico, y ese Amazonas donde viajar es casi salir del país, son solo ejemplares de un mismo problema. Por eso el abandono de la frontera terrestre Colombo-Venezolana, para el estado colombiano es solo un actuar “coherente” con su pensamiento central.

Con Venezuela nuestra relación ha sido como la de un matrimonio disfuncional sin hijos. Hay un profundo afecto de pueblos integrados familiarmente y socialmente por la convivencia, pero allí también se ha preferido vivir adormilados por un estado también mal hecho, corrupto y basado en subsidios.

Nunca nos interesaron mucho los gobiernos nacionales, éramos una isla Norte de Santander-Táchira y pensamos que eso era eterno; no lo era y esos estados nacionales que no han ayudado mucho, si pueden ser muy dañinos.

Eso no lo sabíamos.

Abandonar localmente el destino a la suerte con alma de plañidera, un abandono histórico de las fronteras por parte del estado colombiano y la caída del petróleo en una Venezuela social-corrompida es el trípode en que descansa nuestro problema actual. Como leí en el libro “Jerusalén, biografía”, “aquí impera la ley de las consecuencias no buscadas”, que no es otra cosa que un sistema complejo manejado con la burda mediocridad de analfabetas.

Durante la crisis de los sudetes checoslovacos en 1938, se reunieron Hitler y Mussolini, dictadores alemán e italiano, con los primeros ministros inglés y francés, Chamberlain y Daladier,  y aprobaron entregar esa región a Hitler que argumentaba era de mayoría alemana. Estuvo tambien el presidente Bebes de Checoslovaquia, pero no fue admitido en la reunión. No podía entrar porque se discutía la “nueva realidad europea”. La historia se repite otra vez con cuatro mandatarios por un autócrata pidiendo “nuevas realidades”. Toda Checoslovaquia, no solo los sudetes, terminó en manos de Hitler y allí montó varios campos de exterminio; el hecho se conoce como el apaciguamiento. El presidente Benes asistió a ser informado de la nueva realidad; a los cucuteños la “nueva realidad” nos llegará por medios indirectos. Este nuevo sitio de Cúcuta no tiene un líder que lo rompa.

¿Valdrá la pena volver a insistir en que el futuro solo lo podemos visionar nosotros cambiando nuestro presente? No sé, pero esa sentencia empieza a parecer un epitafio.

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