Por estos días, cuando celebramos la fecha del idioma y además la feria del libro de Bogotá, bueno resulta llamar la atención sobre el grave problema que padecen los jóvenes en Colombia y que resulta ser la muy baja comprensión de lectura, de acuerdo con las mediciones que hacen los organismos encargados de evaluar la materia como las pruebas Pisa y el observatorio de la universidad Javeriana.
Tener solo un 8.5% de buen desempeño, es decir, aquellos que, en una tabla de uno a seis, lograron estar en los niveles 4,5 y 6, resulta ser un resultado deplorable y dramático que nos indica la incapacidad a la que están sometidos los jóvenes para el aprendizaje, pues están ante la imposibilidad de aprehender el conocimiento, pues sencillamente no asimilan y por lo tanto no entienden lo que están leyendo.
Resulta también angustiante, que la misma medición nos diga que un 45,1% apenas llega al nivel uno de comprensión, mientras en Chile ese porcentaje llega al 20%; indicadores que nos muestran claramente las gravísimas fallas de nuestro sistema educativo, en donde la mayor responsabilidad recae desgraciadamente sobre los maestros, quienes no se han preocupado por evaluar su propia situación y el grado de compromiso que tienen con los alumnos que se les entrega para que efectivamente los devuelvan capacitados.
La comprensión de lectura resulta ser todo un ejercicio de adecuación de las habilidades del individuo, y si no se pone en práctica no será posible robustecer las capacidades de entendimiento y comprensión, para que de esta manera pueda surgir el raciocinio, que conduzca al descubrimiento de escenarios de actuación; y a lo que se ha llamado hoy como el pensamiento crítico.
El resultado de estas mediciones, nos señalan que la tarea educativa se está perdiendo en la mayor parte y que los maestros no se han dado cuenta o no están haciendo casi nada para comprenderlo.
De ahí también podemos deducir los grados de deserción en todos los niveles educativos, que va en aumento, y por supuesto el escenario que nos muestra que más de la mitad de los estudiantes de Colombia no continua un plan de estudios después del bachillerato.
El problema es de fondo, y merece un análisis muy detenido, para encontrar fórmulas con urgente aplicación, y que se pueda apreciar la voluntad irrestricta de los maestros para ponerlas en práctica. ¿Cómo es posible que no se den cuenta que sus alumnos no comprenden lo que se les enseña, ni tampoco estén en capacidad de reflexionar y opinar sobre el conocimiento impartido?
Colombia viene robusteciendo considerablemente el presupuesto destinado a la educación, elemento importante para alcanzar logros significativos, pero tenemos que llegar a la conclusión de que la mayor inversión tiene que estar dirigida al fortalecimiento de la capacidad pedagógica de los maestros.