El común denominador de todos los alcaldes de capital cuando cumplen el primer mes de mandato es el combate a la inseguridad en sus ciudades. Es evidente que se convirtió en la prioridad de sus gobiernos ante el grito desesperado de los ciudadanos, que hoy no se sienten seguros en sus casas, parques o calles. Los colombianos vemos en los medios de comunicación y en redes a Galán, Eder, Fico, Beltran, Char o Dumek dedicados a anunciar medidas, presidir consejos de seguridad, fotografiarse con nuestros soldados y policías, aumentar presupuestos locales de seguridad, pedir más presencia del gobierno nacional e intentar ser innovadores y audaces para enfrentar un problema complejo, que no se resuelve de la noche a la mañana y frente al cual los ciudadanos exigen resultados inmediatos. La realidad es que le percepción de inseguridad crece hoy en todo el territorio nacional.
El caso de Cúcuta no es la excepción. Con la llegada de Jorge Acevedo a la alcaldía hemos visto en estos primeros días un alcalde diligente y trabajador, que ejerce su liderazgo con un gran compromiso por recuperar la seguridad de los cucuteños. Con valor y energía se muestra intransigente con la delincuencia y señala, una y otra vez, que su principal tarea es combatir a las bandas que generan temor y pánico en las comunidades.
El nuevo alcalde, a diferencia de su antecesor, deja claro que la seguridad está en el primer orden de sus prioridades y esa decisión hay que destacarla y valorarla. Desde su elección se ha reunido ya en varias oportunidades con el Director Nacional de la Policía y la cúpula de la institución; acompaña en forma visible a la policía local en sus acciones contra la delincuencia; propone una idea novedosa de una prima municipal, que debe ser desarrollada, para incentivar el reclutamiento de nuevos integrantes a la fuerza pública, acuerda con el INPEC que reciba en la cárcel los detenidos en las estaciones de policía. En fin, reacciona con rapidez, lidera, convoca a la gente con decisión y contundencia. Hace lo que tiene que hacer. Su actitud ya le significó las primeras amenazas de las bandas criminales.
Sin duda ese esfuerzo y voluntad es valorado positivamente por la comunidad. La gente siente qué hay un alcalde preocupado y comprometido con devolver confianza y seguridad a sus gobernados. Sin embargo, los resultados no se ven en el corto plazo y la misma ciudadanía debe ser consciente de ello. Se requiere un esfuerzo continuo y permanente.
Y es esencial, en el mediano y largo plazo, entender las causas del desbordamiento de la criminalidad para enfrentarlas con eficacia y con el necesario apoyo de las instancias nacionales. Es evidente que desde hace ya varias décadas el narcotráfico es el principal generador de la violencia local. Los cultivos de coca del Catatumbo y la privilegiada ubicación fronteriza con Venezuela, generan un atractivo especial en los carteles de la droga. Una maldición para la ciudad y el departamento.
Para lograr éxitos en seguridad no basta entonces con operativos de policía, planes candado, aumento de pie de fuerza. Es necesario tomar el toro por los cuernos y enfrentar la raíz del problema. Necesitamos ayuda efectiva del gobierno nacional, de la Policía, organismos de inteligencia, para combatir a las mafias de la droga y el lavado de activos.
Que no sigan tomando a Cúcuta como sede y refugio de sus actividades criminales porque acá se sienten cómodos. Más tecnología e inteligencia deben ser las dos metas de las autoridades municipales para enfrentar al crimen organizado. Si no desarticulamos a las bandas o las incomodamos para que se vayan de acá, será imposible la tarea de recuperar la ciudad. Ojalá el gobierno nacional valore el esfuerzo y los riesgos que asume el alcalde y lo acompañe en su gestión con el respaldo político y la inversión que se requiere, tanto en seguridad como en el desarrollo económico y social que es urgente para luchar también contra el hambre y el desempleo.