Que la percepción de inseguridad en el país se haya incrementado de un 37,1% al 53,7% en un periodo de 20 meses, debe encender las alarmas de los encargados de la seguridad ciudadana, es decir, gobernadores, alcaldes y Policía.
Los datos son aportados por el mismo DANE, que realiza una encuesta que denomina Pulso Social, y no es más que el reflejo que tenemos de la situación en la mayoría de ciudades colombianas, en donde pese a que la pandemia ha cedido a niveles mínimos y el empleo ha estado en permanente crecimiento, la inseguridad parece que se quedó repotenciada.
Es lamentable que la calle, en otros tiempos un escenario de disfrute, o por lo menos de tranquilo acontecer de la vida cotidiana, la tengamos hoy convertida en un escenario temible y de altísimo riesgo, al cual hay que acudir con toda clase de prevenciones, pensando siempre en identificar agresores y no a ciudadanos tranquilos y amables que se ocupan de diversas situaciones o que aspiran tan solo a disfrutar un momento de esparcimiento.
Y no es para menos; una caminata, corta o larga, puede ser el escenario de un atropello o de un crimen, porque es posible contemplar robos, lesiones personales y hasta homicidios. Y no es simple narrativa, pues no podemos perder de vista que, dentro de la lista de las ciudades más violentas del mundo, aparezcan cinco colombianas, en donde especialmente afloran las muertes violentas.
A los alcaldes y gobernadores actuales les quedan casi dos años de mandato y tienen mucho qué hacer, para que puedan rescatar la tranquilidad de sus ciudades, y desde luego el sosiego y la confianza éntrelos ciudadanos. Hemos contemplado a muchos mandatarios en peleas constantes con los organismos de policía, en vez de acercarse a la institución y llegar a acuerdos que permitan diseñar estrategias exitosas para combatir la delincuencia. Tienen que entender de una vez por todas, que la seguridad ciudadana constituye uno de los principales deberes de su actuación como mandatarios y que si fracasan, también estarán incumpliendo con los compromisos elementales que asumieron cuando fueron candidatos y cuando los ciudadanos depositaron su confianza al elegirlos.
Ese fracaso, señores alcaldes y gobernadores, le está causando enorme dolor y frustración a los ciudadanos; hagan algo en este tiempo que les queda, para que no terminen sus mandatos con la conciencia rota y las promesas incumplidas.
La seguridad ciudadana tiene que ser un derecho que todos los días se vea robustecido y estimulado, para que se pueda convertir en uno de los alicientes más importantes de la vida en las ciudades, al poder estar el ciudadano en capacidad de disfrutar la calle, ese bien de todos, en donde sea posible encontrar los motivos del disfrute y no de la desesperanza y la tortura.