El éxito no esperado es el mayor riesgo de fracaso que hay. El sorprendente triunfo del ingeniero Jairo Yañez en las pasadas elecciones regionales dejó a todos sorprendidos y a varios los dejó desconcertados, pues los planes que tenían de seguir chupándose los recursos públicos se convirtieron en problemas de una plata invertida sin retorno. Por eso estamos viendo ese despliegue de ataques político-jurídicos, en las que nuestro sistema estatal es frondoso, y donde se consigue gente para todo.
Pero la elección dejó atónitos también al alcalde mismo, a su campaña y al partido que lo avaló. Pero hay que salir de la nube opiácea del triunfo otorgado por los dioses y aterrizar en la realidad de entrar a manejar de manera diferente una ciudad que está en la etapa más crítica de su historia, pues el fracaso de la alcaldía de Jairo Yañez sería un golpe mortal para las esperanzas de desarrollo regional, bien sea por el ataque rastrero de los quedaron en el asfalto, como por los egos y vanidades de algunos “amigos” del alcalde. Duele más caer por fuego amigo que por fuego enemigo, y tampoco sirve mucho morir por suicidio involuntario.
Y hay que pasar a la ofensiva. Hay que enfrentar a los enemigos y marcar un rumbo claro a los amigos; que ninguno tome la iniciativa por decisión propia. El objetivo a lograr no se concierta, pues eso es lo que lo llevó al poder, pero si la estrategia. El alcalde debe tener claro que debe meterle ciudadanía a su administración, para que defiendan los logros y sirvan de soporte cuando las cosas se compliquen, pues los enemigos son grandes y llevan años en el “negocio”.
Hay que garantizar la seguridad física y jurídica del alcalde, ante todo. Pero el alcalde no puede a la vez atender lo urgente y lo importante, a más de los ataques de sus enemigos abiertos y de los francotiradores ocultos en los medios, en el sector judicial o incluso en la misma administración. Es importante que nombre como mano derecha a alguien con experiencia en manejo de politiqueros, que además sea bueno para el enfrentamiento, para que empiece a crear una muralla alrededor del alcalde. Hay gente honesta que pueda hacer esto. Y que de una vez a proveche para filtrar tanto “amigo” que ahora tiene el alcalde. Debe haber un comité de crisis para las urgencias que presida el alcalde, pero que no le consuma todo su tiempo, para que éste se dedique a lo realmente importante, la planificación real del cambio, y la búsqueda de lograr estructurar los grandes proyectos que la ciudad necesita. La planificación debe pasar de ser un ejercicio burocrático estático a una forma de visualizar el futuro.
Y es urgente llamar a los privados a invertir en la estructuración de los grandes proyectos que le quiten a Cúcuta el estigma de ciudad que sólo sirve para ayuda humanitaria. Que empiece a verse como lugar de inversión.
Y señor alcalde, si tiene que ajustar su programa de gobierno, ajústelo; si tiene que ceder algunas decisiones, cédalas. El peor escenario para la ciudad y para usted es que los políticos profesionales cuelguen su cabeza como trofeo y escarmiento, para futuras aventuras que busquen quitar Cúcuta de las garras de la corrupción. Y para que usted no los ayude tiene que mostrar resultados, y para mostrar resultados debe encargarse de lo importante y no de evadir el fuego de los francotiradores. Es sólo una oportunidad alcalde. O usted, como en Barranquilla, es el alcalde inicial de la gran transformación de la ciudad, o es el último intento quijotesco de lograrlo. En concreto, su alcaldía debe ser vista como mucho más que usted alcalde. Usted nos dio esperanzas, no nos dé ahora campo para el cinismo. Que ladren los perros porque cabalga, no porque se cayó del caballo.