Es posible que hasta el mismo presidente electo esté sorprendido por todo lo que ha sucedido en apenas pocos días después de su elección. El 19 de junio en horas de la noche políticamente Colombia quedó dividida políticamente, casi milimétricamente, entre Petro y sus contradictores. Uno de los primeros cálculos de esa misma noche, es que a partir del día siguiente se iría a desencadenar una férrea oposición hacia el presidente electo, fuerte y cohesionada, pero no, estamos en Colombia, en el país del “Olor de la guayaba”, en una nación en la que en pocos días puede suceder lo inimaginable, y es que hasta el mismo Petro no calculaba, ni él ni nadie, que antes de que terminara el mes de junio esa división terminara por cuenta de las bondades de la mermelada. Cualquier analista político internacional como la revista inglesa “Financial Times” o “Le Monde de París” que trataren de hacer un análisis político sobre lo que sucede por estos días en Colombia, para entenderla, deben estar haciendo grandes esfuerzos para saber qué se hizo la oposición.
El espectáculo por estos días de eso que llaman partidos políticos resulta ser caricaturesco, muy tropical, digno de un buen guión de comedia, en el que hasta el 19 de junio en horas de la noche muchos eran fuertes opositores de Petro, y al otro día, empezando por César Gaviria, amanecieron gobiernistas. Claro en este caso habrá que esperar de aquí al 7 agosto que le da Petro a Simón, cómo satisface el presidente electo al señor expresidente que apenas aspiraba a que su hijo no lo nombrara sino de ministro de hacienda. La mermelada no da para tanto, pensaría Petro. En la comedia de estos días, de rescatar la posición del presidente de partido conservador, Omar Yepes, quien por esa protesta renuncia a su dignidad. Actuaron con coherencia Roy Barreras y Alfonso Prada quienes meses atrás se la jugaron por el Pacto Histórico.
Tuve oportunidad de escuchar el miércoles pasado en el club Metropolitan al nuevo ministro de hacienda, doctor José Antonio Ocampo, quien ante una audaz pregunta del periodista Diego Aretz en la que lo interrogaba del porqué, si hacía apenas unos meses expresaba que no le daba confianza Petro ahora aceptaba ser su ministro de la economía. La respuesta del doctor Ocampo fue muy bien recibida por el auditorio: “en estos momentos tengo una vida muy cómoda como profesor de la universidad de Columbia en Estados Unidos, y podría quedarme allá, pero en estos momentos hay que hacer algo y comprometerse por Colombia”. El aplauso lo dijo todo.
Y retomando la respuesta del ministro de hacienda, viene la pregunta para nosotros: ¿frente al nuevo gobierno qué hacemos con la frontera, cómo nos comprometemos con ella? La sola elección de Petro ha generado una gran expectativa sobre la apertura de la frontera, sus expectativas, el mensaje de felicitación del mismo Maduro, frontera que absurdamente está cerrada desde el 2015. La primera realidad política que debemos tener en cuenta es la de que Maduro es el presidente, estemos o no de acuerdo y olvidarnos de Guaidó. De hecho mañana habrá una reunión convocada por el gobernador del Táchira Freddy Bernal, en la que participaremos y de paso nos da la oportunidad de volver como en mi caso a San Cristóbal después de varios de años, a escuchar, a reflexionar, a tratar de acabar con las trochas, a que entre Colombia y Venezuela construyamos unas relaciones fronterizas razonables y frente a la actual coyuntura. Entiendo que aquí en Cúcuta se ha reactivado el comercio local para muchos sectores, y por ello la apertura debe ser gradual y de acuerdo a la coyuntura. Como lo expresó el ministro Ocampo, como frontera debemos asumir nuestro compromiso, debemos asumir tareas y ayudar al nuevo gobierno, porque entre otras cosas, no creo que la mermelada alcance para tanto.