Desde la orilla occidental del moribundo río que marca la línea fronteriza, se alcanzaban a ver las grandes columnas de humo negro que se elevaban al cielo producto de la descomposición social, política y económica al otro lado. Cuando de pronto, con un poderoso y sonoro rebuzno, el inquilino de Miraflores sopló la humareda y la depositó sobre la frontera.
Muy ingenuo o, tal vez descarado, quiere desviar la atención de su inoperancia e incapacidad y depositarla sobre su desprevenido vecino. Al son de unas notas rítmicas y acompañado de su fiel e incondicional pareja, celebró bailando y pisoteando sobre la dignidad de todo un conglomerado que ha sido testigo de sus inicuas y torpes actitudes; no se hicieron esperar por supuesto, los aplausos y la algarabía que acompañan sus demenciales actos.
La poca visibilidad que produce la humareda sirve también para ocultar hechos a este lado de la frontera. Una región, geográficamente aislada del resto del país por la prolongación de la cordillera oriental hacia la serranía de Perijá en la Guajira, y que tributa la mayor parte de sus cuencas hídricas al lago de Maracaibo, ha estado secularmente olvidada del gobierno central.
Sirvió el humo para ver la cúpula en pleno poniendo la cara y prometiendo ayudas para superar la grave crisis; pero, y las medidas de fondo, las políticas serias y permanentes en materia social y económica quedarán nuevamente pendientes a medida que se va disipando la humareda. Además los numerosos candidatos para las próximas elecciones no tuvieron tiempo de acercarse porque están concentrados en acomodar sus fichas para el gran festín que les espera.
Sirvió la coyuntura también para verles las caras a dos grandes prelados representantes de los fieles feligreses de uno y otro lado. Con sus impolutas vestimentas blancas y con la ignominiosa cerca de alambre de púas al fondo, se confundieron en un caluroso abrazo que hizo recordar el silencio cómplice de la iglesia católica ante el genocidio del pueblo judío en la segunda guerra mundial.
Los sufridos compatriotas maltratados y desplazados sin misericordia, son el producto de manejos turbios y egoístas por los gobernantes de este lado y que desde la época de la colonia no han hecho otra cosa que turnarse el poder para amasar sus propias fortunas y alimentar su odioso egocentrismo por encima de los intereses de un pueblo noble e ingenuo que los elige una y otra vez; están al otro lado de la frontera buscando las oportunidades que no tienen de este lado; son el producto obligado de la necesidad y de la ignorancia; están esperando que en alguna parte los acojan y los traten con dignidad. Son sus hijos el futuro de la patria; pero si no son manejados como compatriotas útiles y pertenecientes e incluídos en la sociedad, serán quienes entren a engrosar en un futuro las filas de los grupos armados y de la delincuencia común.
Desde este rincón generoso que me permite el periódico, quiero enviar un fraternal y solidario saludo a los compatriotas que pasan por un momento difícil y que tengan la seguridad que de estas situaciones coyunturales algo queda. A los que se les permita votar, ¡por favor elijan bien! Ustedes son parte de esa Colombia sufrida y esforzada que se crece ante las adversidades.