Por estos días se celebran en Pamplona, España, Los Sanfermines, la fiesta popular de mayor entusiasmo y arraigo entre los habitantes de aquella ciudad. Festejo que ha trascendido las fronteras y se le conoce en muchos lugares por su particularidad.
Es por tanto una celebración con mucha tradición y entre sus actos principales está el encierro que consta de una carrera de un poco más de ochocientos metros delante de un rebaño de toros que arremeten con cuanto encuentran a su paso, incluidos los que se atreven a marchar por delante de estos encastados.
Esta estampida culmina en la plaza de toros. Todos los años se cuentan por decenas los heridos en esa singular faena.
A la par de ese evento matutino se celebra una feria comercial y los actos religiosos en honor al patrono de Navarra, la provincia de la cual es capital Pamplona.
Entre una y otra cosa está el jolgorio general, las aglomeraciones, corren los ríos de vino y cerveza, la fiesta está prendida en grado sumo durante esos días.
No obstante la alegría que reina, ocurren con alguna cotidianidad cada año algunos acontecimientos que le restan prestigio a la fiesta y sobre los cuales las autoridades han volcado su atención porque el problema puede ser incontrolable si no se le presta la debida atención y se construyen los correctivos que se requieren.
Se trata de actos de abuso de todo tipo en los cuales resultan afectadas las mujeres, la municipalidad sabe las estadísticas y por ello se dio a la tarea de tomar las medidas preventivas con la divulgación de una campaña denominada:
Por unas fiestas libres de agresiones sexistas. A través de volantes y avisos en los medios de comunicación, el Ayuntamiento de Pamplona lanza las siguientes consignas:
Las fiestas son para que disfrutemos todas las personas. • En fiestas NO todo vale. • Ni el uso ni el abuso de ninguna droga, justifica una agresión. • En fiestas también, el NO sigue siendo NO. • Adopta una actitud activa frente a las agresiones sexistas, ¡NO las permitas!
Los comentaristas de la prensa española también se ocupan del tema y este año se han escrito párrafos como este: “La cantidad de piel que una mujer muestra no equivale a la cantidad de piel que se puede tocar; la longitud de una falda no es sinónimo del deseo sexual de quien la lleva; la profundidad de un escote, o llevar el pecho al descubierto, no es un llamamiento al contacto ni al coito; el nivel de alcohol no significa permisividad o aceptación de la voluntad del otro; sonreír no es decir sí, ser amable no es decir sí, no decir nada no es decir sí; e incluso después de decir sí, puede ser no”
A pesar de todo ello este año cuando han transcurrido tres días de los festejos, hubo por lo menos dos agresiones a mujeres y las autoridades pusieron bajo arresto a los culpables, actuaron con cero tolerancias para este tipo actos.
Las fiestas julianas nuestras que se avecinan tienen algún parecido con las que celebra aquella ciudad española sin que lleguen a acreditar la tradición de siglos que tienen aquellas, pero logran parecerse en que es la oportunidad propicia para los abusos contra las mujeres, al lado de las riñas y las peleas callejeras. Nos surgen las preguntas ¿Qué tanto habrán hecho las autoridades locales para prevenir o castigarlos? ¿Están las autoridades preparadas para manejar este tipo de situaciones y garantizar la seguridad a quienes acudan a los eventos programados?
Preparar una fiesta popular tiene su lado positivo, pero todos los aspectos deben ser considerados para que sean del disfrute de todos en paz y armonía. Vale la pena tomar el ejemplo de los españoles.