Con el acuerdo del fin del conflicto convenido el jueves pasado en la Habana entre las Farc y el Gobierno, el país quedó casi que dividido, entre los que son optimistas sobre la suerte de la paz en el país, y los que son pesimistas y ven con preocupación el futuro de Colombia y piensan que de aquí no va a salir nada favorable en los próximos meses y años en esta tierra maltratada de Aureliano Buendía.
Talvez una de las mejores frases que sintetiza lo que está pasando, la dijo el expresidente Gaviria: “Es mejor una paz imperfecta que la guerra perfecta”, y creo que tiene razón, ese es un buen resumen de lo que puede suceder. Hace muchos años, Darío Echandía acuñó otra frase sobre la paz en Colombia, expresando que en el país habría paz el día que la gente en las noches pudiera salir a pescar. Todavía estamos muy lejos de la paz que concebía el maestro Echandía.
Pero bueno, lo que se acordó el jueves en la Habana, como quedara escrito en 100 años de soledad, seguramente es la segunda oportunidad de la estirpe de los Buendía, o por lo menos de que la gente joven de este país pueda vivir en paz.
Tibú será uno de 22 sitios escogidos en el país en donde se concentrará la guerrilla, se desarmarán, se integrarán a la vida civil, y se empezará a construir la paz que en los últimos 60 años hemos padecido. Qué le espera a Tibú y a esta región del Catatumbo afectada por tantos años de violencia? Por estos días trabajo el tema con una socióloga en Bogotá, un documento del Igac, y después de analizar lo que ya todos sabemos, que a Tibú y la región del Catatumbo no ha llegado el Estado nunca, el asentamiento de los grupos guerrilleros, el aumento de los cultivos de coca, la violencia, los desaparecidos, todas esas cosas, se planteaba la efectividad y aplicación de la ley de ordenamiento territorial en una zona como el Catatumbo, y creo que muchos de los temas que plantea la ley son letra muerta.
Al Catatumbo desde hacía muchos años había que llegar era con carreteras, escuelas, hospitales y apoyando al campesino, y no con otra ley, una más, que no puede suplir lo que el Estado no hizo nunca, dando lugar a 100 años de soledad y olvido de una región.
La violencia en todas partes del mundo es cruel, y desde luego que la nuestra lo ha sido. En muchas oportunidades hemos intentado la paz sin éxito y por ello la incredulidad de la gente, y de ahí el temor que origina el asentamiento de un grupo guerrillero en una zona como Tibú.
Claro que el tema es hasta paradójico, porque si allá han vivido muchos de ellos armados hace 40 años, por qué no podrían hacerlo ahora sin armas? Es un experimento interesante y hay que apostarle a la paz en Colombia, a esa paz imperfecta, y que no suceda lo que vi por estos días en otro de esos territorios olvidados en Colombia, en Puerto Carreño, el Vichada, un video, presumiblemente en el que aparece un guerrillero, en el que luciendo orgulloso su fusil dice que no cree en los acuerdos de la Habana, que allá los “cuchos” de la guerrilla están negociando es lo de ellos, y que por eso él no va a dejar su fusil, porque a sus 35 años, ese fusil es lo que le ha permitido vivir y por eso continuará en lo suyo.
Construir la paz no será fácil. Pero a pesar de todas las dificultades y tropiezos hay que intentarlo y el gran reto de la paz es que el Estado rescate a zonas que siempre olvidó, y ese es un gran escollo en los actuales momentos, pues el país no tiene mucho dinero para el posconflicto. Mejor el esfuerzo por la paz, y que no suceda a Tibú lo que le pasó al Coronel Aureliano Buendía, que después de un nuevo e infructuoso esfuerzo por la paz de Macondo, sentado con aire de tristeza, ya sin creer en nada, en la calle al lado de Amaranta, alguien lo saluda: Cómo está Coronel? Aquí, contestó él, esperando a que pase mi entierro -.