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Los buenos vivideros idos
Mis recuerdos de juventud de Cúcuta son de un buen vividero: segura, pequeña, agradable, con buenos servicios públicos.
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Sábado, 2 de Julio de 2016

Foreign Affairs, la revista internacional de análisis político, en recientes publicaciones ha traído artículos de Michael Bloomberg, alcalde de la ciudad de Nueva York entre 2002 y 2013 y de Klaus Schwab, fundador y director del Foro Económico mundial, que desde diferentes visiones llegan a la conclusión que el talento en las ciudades es hoy más importante que el capital y que el talento se crea por educación de calidad y se mantiene porque están en un buen vividero.

Mis recuerdos de juventud de Cúcuta son de un buen vividero: segura, pequeña, agradable, con buenos servicios públicos. El pertenecer a una “cuadra”, que era como se agrupaban los muchachos y muchachas de la época, habiendo una emulación, principalmente deportiva, entre ellas. Estábamos en un aislamiento de Colombia hasta acabar el bachillerato, cuando nos íbamos a estudiar universidad en Bucaramanga o Bogotá, principalmente. En la misma cuadra vivían empleados públicos de nivel nacional, comerciantes, profesionales independientes, empleados, todos a nivel de vecinos, sin diferencias odiosas, tan propias de Bogotá. Nos movíamos entre el “estudio”, que más bien era poquito, el deporte, los bailes con Billo´s, Melódicos y Manuel Alvarado, y si no con “discos” de los mismos. Se trabajaba sin estrés y los vecinos interactuaban permanentemente. Nos tocó la era de la bonanza del bolívar, que todo el mundo pensó sería eterna. En Cúcuta lo público era marginal, no como hoy que lo es todo.

El aislamiento no nos permitió pensar en el futuro, y hoy, la realidad nos sacó del ensueño, pero optamos por la fácil de “esperar” que todo volviera a ser lo mismo. Pero las “buenas y fáciles” épocas se fueron para siempre para nosotros y nuestros vecinos venezolanos. Ya no somos un buen vividero y hasta se cayó el restaurante del paso andino.

Ya Cúcuta no es una ciudad segura, sino al contrario se está volviendo lugar de trabajo del crimen organizado. Ya no es pequeña, pero como decía mi papá es una ciudad grande pero no una gran ciudad, como lo fue en épocas anteriores a las nuestras. Sigue siendo agradable, por su brisa y su gente, pero el clima se alteró por daño ambiental y lo que viene es peor. Los servicios públicos, excepto electricidad y basuras, se debaten entre suministro restringido y poca posibilidad de expansión. El caso del gas natural, que el gobierno nacional quiere dejar como un sistema “aislado y pequeño”, es de palpitante actualidad. El gas natural es el combustible de transición ante el cambio climático, pero a Cúcuta se le ha negado por desde hace 20 años un gasoducto que nos integre al sistema nacional de transporte, primero al no incluirnos en el plan gas y ahora sacándonos de los proyectos de confiabilidad. Pero volver a hacer de Cúcuta un buen vividero requiere inteligencia y carácter de una sociedad civil organizada; se r
equiere exigir, saliendo a la calle si es necesario, que el gobierno nacional nos permita el desarrollo y no nos decrete sistema aislado por obra y gracia de iniciativas centralistas.

Y digo sociedad civil porque nuestros gobiernos locales y regionales, son más parte del problema que de la solución. Y nuestro bloque parlamentario es históricamente gobiernista, sea el gobierno que sea, porque son siameses con el sistema.

Sin infraestructura nuestra ciudad se degradará como vividero y eso se ve en el proceso de paz. En Tibú tendremos zonas de agrupamiento guerrillero con miras a convertirse en un “núcleo productivo” y permanente, con delegados con acceso a las alcaldías del área metropolitana y la gobernación, pero no tendremos a Naciones Unidas en Cúcuta; ellos estarán en Bucaramanga viajando “a campo”, que es eso en lo que nos convertimos. No tendremos gasoducto, ni vías 4G (no hubo cliente para la vía Cúcuta-Pamplona), ni tren al Magdalena medio, ni sistema integrado de transporte masivo, ni posibilidades de desarrollo.

La planeación no basta, se requiere eso de que tanto nos ufanamos, arrechera, porque nos están volviendo “zona en extinción” y nos estamos dejando. Ya vimos lo que pasó en Venezuela cuando esperamos que el estado haga todo. Cúcuta es una ciudad históricamente basada en la iniciativa privada y compramos el modelito estatal mamerto.

Manuel Guillermo Camargo Vega

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