A lo largo de la historia se han suscitado discusiones sobre decisiones tomadas por la sociedad y que la luz de cada época han servido como regla, pero que con el pasar del tiempo se han tenido que modificar para adaptase a nuevos tiempos y en parte corregir, si los hubo, errores en la normatividad vigente.
El adulterio aparte de ser considerado una conducta pecaminosa, también era visto como una conducta inapropiada y en medio del machismo se castigaba socialmente a la mujer. Jesucristo salvó de lapidación a la mujer que fue encontrada culpable de esa práctica e increpó a sus jueces callejeros para que lanzara la primera piedra quien estuviera libre de culpas. Ninguno de los hombres pudo lanzar una sola piedra. Aquella mujer recibió el perdón divino, el de los hombres también aunque a regañadientes.
La sociedad puritana castigaba a las mujeres que incurrían en esta falta aún siglos después con el porte de la letra escarlata, la cual las delataba delante de los demás. Se trataba de una ofensa a la moral pública. Hoy en la mayor parte de los países occidentales el adulterio ha sido despenalizado y desde la ONU se hacen llamados de urgencia sobre la discriminación contra la mujer en la ley en la práctica y desde allí se afirma “El adulterio como delito penal viola los derechos de las mujeres”
En ese mismo sentido se han dado pasos en favor de reconocer a todos los derechos humanos, no importan la nacionalidad, etnia, credo; por ello se logró eliminar la discriminación racial, que sin embargo todavía muestra rezagos con algunas manifestaciones que riñen con la conciencia creada en torno a la igualdad. Ateniéndonos a esto, nos harían falta leyes para ello, solo sentido común y manejo ético de las personas. Este tema, hoy parece zanjado y la discusión ha sido extensa en favor de todos, de donde provengan.
El cambio de los tiempos también nos ha puesto de cara a las nuevas tendencias con respecto al género y el reconocimiento que debe hacerse a las personas que tienen un sentir y un pensamiento diferente al que conocíamos hasta ahora. Esa multiplicidad de condiciones diversas se ha hecho sentir en muchos escenarios y nuestro país no escapa a ello y lo hacen para reclamar reconocimiento de su identidad y sus derechos por haber sido rechazados. En España por estos días la discusión de la ley Trans ocupa al Gobierno y los opositores. Esa es una iniciativa que procura garantizar la inclusión social y los derechos en igualdad de condiciones para esta población. Cómo aplicarla de la infancia ha sido la gran discusión y hace falta tela por cortar en ese aspecto.
La sociedad se transforma y surgen nuevas tendencias, la nuestra no aparenta estar preparada para dar estos debates. ¿Quién pone el cascabel al gato y quién da la cara para defender a los que se reconocen como Trans y a quienes no encuadran en el género binario, hombre y mujer? Esperemos que terminen las discusiones en España para saber que enseñanzas se pueden recoger para dar trámite a este tema que pronto se tendrá que examinar y legislar.
jorgepabonl@yahoo.com