Antes, cuando se visitaba la capital de Cataluña, el visitante se encontraba a los pocos minutos con toda la magia y las maravillas que puede ofrecer una ciudad moderna.
Tan solo era suficiente caminar por el barrio gótico de Barcelona de influencia romana, para entender porque todos los intelectuales que se inmortalizaron como “el boom de escritores latinoamericanos”, casi que para escribir, para ser reconocidos, para entrar en ese mundo selecto que los llevaría a la gloria, tenían que hacerse conocer en el exigente mundo cultural catalán.
El que no lograba tener ese reconocimiento cultural, fracasaba.
Es simplemente fantástico y mágico perderse por cualquiera de esas calles en las que se encuentran librerías, músicos en las vías, alguien dispuesto a hablar de excentricidades. Por ahí pasaron Cortázar, Vargas Llosa, García Márquez, Onetti, muchos de los nuestros, y alguien escribió recientemente un libro sobre los escritores latinoamericanos en Barcelona.
Sentarse en cualquiera de las cafeterías del barrio gótico a leer, a hablar, a ver pasar hermosas turistas de todo el mundo, era un encanto.
Un día, en una de esas cafeterías, tenía en mis manos el libro “Pedro Páramo”, y al lado, una joven estudiante de literatura y cine española interesada en temas de América Latina, me habló con propiedad de muchos temas nuestros.
El terrorismo es cruel, despiadado y ese lado deshumanizante lo explotan inescrupulosamente quienes lo hacen.
El lugar en el que inició ese recorrido mortal el pasado jueves, nuevamente, un marroquí de apenas 23 años, es sin duda el lugar más concurrido de Barcelona. Hace tres años pasé por ahí y justo enfrente hay un hotel que da con una terraza a Las Ramblas, y ahí encontré gracias a un venezolano filósofo que trabajaba como recepcionista, la posibilidad de hospedarme.
Recuerdo que en es momento escribí la columna de La Opinión de una noticia que me llamó mucho la atención, sobre la renuncia del alcalde de Berlín, solo porque terminó una obra 40 días más tarde de lo anunciado.
Es probable que toda esa magia se rompió el pasado jueves, probablemente ya no se podrá caminar desprevenidamente como antes. Los terroristas juegan a crear pánico y lo logran.
El enfrentamiento entre el mundo musulmán y la sociedad occidental lo había previsto el escritor norteamericano Samuel Huntington en su libro “el choque de civilizaciones”.
El enfrentamiento que conocerá el mundo no será entre países, será entre civilizaciones en los que está inmerso un detonante muy peligroso y explosivo como lo es la religión. Eso es lo que estamos viviendo en este siglo XXI.
Ojalá que la capital catalana se sobreponga a ese ataque brutal, y los paseos en bicicleta por la Barceloneta, sentarse en cualquier café, entrar a una taberna vuelvan a tener el encanto que por estos días se perdió en la Barcelona triste de estos días.