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Los excesos de La Picota
El 90 % de los planes de ordenamiento territorial de Colombia están mal hechos.
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Sábado, 9 de Septiembre de 2017

Cúcuta puede ser la sexta ciudad más importante del país que tiene un alto marco de posibilidades para su desarrollo, de ofertas y especialmente de responsabilidades por los problemas graves que hoy en día tiene la frontera. Casi que vivimos un momento de emergencia social por todo lo que está sucediendo en Venezuela. Colombia está viviendo en toda su historia el mayor impacto demográfico por la entrada de venezolanos del otro lado de la frontera, en donde muchos de ellos se están quedando aquí, escuchándose cifras cercanas a 600 mil ciudadanos del hermano país que no han tenido otra opción que venir aquí a encontrar alguna opción de vida. Con esta realidad es cuando Cúcuta requiere urgentemente una administración responsable y seria de sus temas. Sucede todo lo contrario.

Lo que sucedió esta semana con el POT – Plan de Ordenamiento Territorial – es más que lamentable. Servidores públicos que valiéndose de todas las argucias imaginables, apretujando la ley al punto que sea, colocando los intereses más importantes de la ciudad no precisamente al mejor de los altruismos, por segunda vez trataron de adjudicar el POT de Cúcuta, el instrumento de planeación a 12 años que nos debiera indicar cuál es nuestra ruta, nuestro futuro, el desarrollo de la frontera, al servicio de intereses que no resultan nada claros. Claro, tiene un valor cercano a los cuatro mil trecientos millones de pesos. Moralmente es uno de los momentos más lamentables en el que hemos caído. Esas orientaciones desde “La Picota” nos están saliendo muy costosas.  Peor aún, la gente que va hasta allá a escuchar sobre temas importantes de la ciudad.

El 90 % de los planes de ordenamiento territorial de Colombia están mal hechos. Eso hace que las ciudades y las regiones no saben para donde van. No dicen nada sobre temas ambientales, el impacto de la minería y sobre las posibilidades ambientales de una región, mucho menos sobre su futuro. Tenemos un compromiso público de construir una ciudad mejor, y esa responsabilidad no puede negociarse. Cúcuta es una hermosa ciudad que merece el mejor de los esfuerzos de todos los que la queremos. Construyamos ese futuro.

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