Durante su campaña Donald Trump prometió convertir a Estados Unidos en el país desarrollado con menor carga fiscal para las empresas. Fiel a este compromiso el mandatario estadounidense ha puesto en marcha la gran reforma tributaria aprobada en diciembre de 2017 por el Senado.
Hasta 1986 a las utilidades de las empresas estadounidenses se les aplicaba un impuesto del 50 por ciento, pero con la reforma fiscal de aquel año, implementada por el republicano Ronald Reagan, se empezaron a aplicar tasas del 35 por ciento para los ingresos más altos y 15 por ciento para las sumas más bajas. Tras 31 años de duración de la reforma Reagan entró en escena, a partir de enero de este año, la gran reforma fiscal del presidente Trump, con una única tasa del 21 por ciento.
Según el mandatario norteamericano, esta reforma atraerá inversión extranjera a Estados Unidos, incentivará el crecimiento, estimulará la creación de empresas y aumentará el empleo. La clase media recibirá un salario más alto gracias a los recortes de impuestos corporativos y los beneficios se harán extensivos a las clases del común. El ahorro esperado para las empresas estadounidenses este año se estima en 200.000 millones de dólares, de los cuales unos 66.000 millones se lo llevarán los extranjeros dueños de casi la tercera parte de las acciones.
El impacto del anuncio de esta reforma ha sido positivo para la economía de Estados Unidos desde que se conoció el resultado de los comicios en noviembre de 2016, con un considerable crecimiento de los indicadores bursátiles de Wall Street durante el año 2017 y una baja tasa de desempleo (4.1%). Sin embargo, hay quienes consideran que esta ley que acaba de entrar en vigencia dejará como grandes ganadores a los millonarios y a las multinacionales y, que unos de los principales beneficiados es Trump, a lo que el presidente ha respondido que no se verá beneficiado, por el contrario, le costará una fortuna.
Haciendo énfasis en los grandes beneficiados de esta reforma, los diferentes medios de comunicación han presentado análisis de espertos. Según la Revista Dinero, la compañía Berkshire Hathaway de Warren Buffett, el tercer hombre más rico del mundo, reportó una utilidad de 65.000 millones dólares en 2017. De esta suma casi el 45% son ganancias inesperadas, pues no se deben a las operaciones de la corporación sino a los beneficios derivados de la nueva reforma fiscal. Así, de los 65.000 millones de dólares, solo 36.000 millones corresponden a los resultados de los ejercicios de la compañía y los 29.000 millones restantes pertenecen a la reducción de la tasa impositiva del 35 al 21%.
Vale resaltar que el magnate Warren Buffett ha sido partidario de que se cobren mayores impuestos a los más ricos. Aquí bien pudiera aplicarse el principio de que la plata busca la plata. De los costos aún no se habla, ni de quien los va apagar.