Bastante curiosa la encrucijada política en la que va por estos días en España el tema de la independencia de Cataluña: por un lado el presidente de gobierno Mariano Rajoy por primera vez aplica el articulo 155 de la constitución, que es una especie de destitución de todo un gobierno regional como retaliación por tratar de independizarse. 

Algunos gobernantes catalanes terminaron presos por traición a la madre patria, y su presidente de gobierno Carles Puigdemont, exiliado en Bélgica. El problema para Rajoy es que después venían las elecciones legislativas y vino lo inesperado, Rajoy perdió. 

Es decir, los independistas presos y exiliados ganaron las elecciones y ahí llega el lío: ¿Cómo entender democráticamente que un movimiento gane unas elecciones y hoy en día sus líderes sigan presos y exiliados?

Encontrarle una salida política a ese entuerto no es fácil, y hoy en día políticos, periodistas e intelectuales tratan de encontrarle una salida a ese problema. 

Muy curiosa la propuesta del historiador Julián Casanova, denominada “Escenario Budapest”. Se trata de provocar un encuentro entre Rajoy y Puigdemont en el exterior, los dos solos sin ningún intermediario, alrededor de un almuerzo, en el que como regla de juego únicamente pueden tomarse un solo vino, y en el momento del postre deben encontrar una solución al problema político. 

De no encontrar una salida razonable, los dos deben renunciar. ¿Qué tal la propuesta y el lío político en el que anda España?

Mientras eso sucede en España, en Francia su presidente Emmanuel Macron anuncia la implementación de grandes proyectos en un plan que se denomina “Los tres horizontes”. 

El primero a dos años, que consiste en poner en marcha proyectos para redireccionar el Estado por la línea del europeirismo, para tratar de recuperar la confianza de la gente en su país. 

El segundo plan a cinco años, el gobierno de Macron debe ser tan efectivo que los franceses lo reelijan para un segundo período de cinco años, y el tercero, a diez años, dice el presidente, debe ser la implementación de una tal cantidad de proyectos y realizaciones que transformarán al país galo como una de las potencias de Europa y el mundo. A eso le apunta Macron.

A pesar de las buenas intenciones, su implementación no será nada fácil. En el trasfondo la gente, más que los problemas económicos, existe una gran preocupación por la forma en que día a día muchos árabes se siguen tomando ciudades, lugares y espacios al extremo en que hoy en día algunos musulmanes se toman algunas calles de París, las cierran para orar y cada vez se construyen más mezquitas. 

En canales de televisión no dejan de haber unos diez que transmiten en directo noticias y hasta eventos deportivos de esos países. 

La preocupación es grande. Cada vez es más frecuente el cierre de estaciones de metro por sospechas de atentados. 

Macron presentará un proyecto de ley que permite en algunos casos la expulsión del país.  

Estos son algunos de los líos en Europa, en un contexto en el que Alemania se sigue consolidando como una fuerza económica, tan sólida frente a los otros países en europa, que ahora su preocupación es que quede aislada. Son dificultades políticas y de gobierno que definitivamente no será fácil encontrarle una salida en un almuerzo, y menos aún, con una sola copa de vino. Felicidades 2.018.