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Los páramos no tienen problemas, nuestro modelo mental de sostenibilidad, sí
La situación es, ¿cómo subsistiremos nosotros, cuando acabemos con ellos?
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Viernes, 17 de Agosto de 2018

El verdadero riesgo de subsistencia no es para los recursos naturales, lo peor que les puede suceder es que desaparezcan.

La situación es, ¿cómo subsistiremos nosotros, cuando acabemos con ellos?

Por mucho tiempo Colombia dejó en el olvido biomas estratégicos y únicos cómo los páramos. Lugares donde la altura, las bajas temperaturas y la disponibilidad del agua, les daban cierto carácter desértico y de hostilidad para el género humano. A pesar de ello, la humanidad ha dejado rastros en los páramos desde hace más de 10 mil años, en su búsqueda de alimento, medicina, agua, materiales y refugio.

Conscientes de lo que brinda el páramo, sus habitantes lo han considerado como una madre simbólica que todo lo provee. Una bella madre que adorna su hogar con lagunas y humedales, con la inmensa riqueza de frailejones, orquídeas, pastos, osos, conejos, zorros, águilas, cóndores, y con los mismos seres humanos de mejillas enrojecidas. Todos ellos que en conjunto, componen las más hermosas pinturas paisajísticas de un valor inmaterial.

La belleza y estética del páramo, su biodiversidad, y en especial, los servicios que esa madre nos presta, nos hace sensibles a su protección. La pregunta es ¿protegerlo para qué? Una respuesta corta es, protegerlo para seguir obteniendo de él sus servicios. En particular uno vital, el agua. Es muy conocido que el páramo es un generador, regulador y abastecedor de agua, no sólo para su área de específica, sino también para muchas ciudades de su área de influencia. 

Algo paradójico, que se desprende de la idea de conservación y protección de los páramos, es que claramente no buscamos que el páramo se conserve para él mismo, por la única condición de ser nuestra madre simbólica.

De hecho, lo que realmente estamos haciendo es proteger a nuestra madre, para que nos siga aprovisionando.

Por eso es que la pregunta, ¿de quién debemos proteger el páramo?, no resulta pertinente. En particular, porque nuestra intención con el páramo no ha sido de conservación absoluta, sino de explotación consiente y determinada. En este contexto, somos nosotros mismos quienes nos ponemos en riesgo de subsistencia. Más que nada, por no tener modelos mentales eficaces y sostenibles, que nos alejen de la explotación desmedida de nuestros recursos naturales.

Entonces, la pregunta apropiada que debemos hacer es,  ¿cuáles actividades debemos permitir que se desarrollen en el páramo, sin que nos pongamos en riesgo a nosotros mismos?  Sí, el tema es de riesgo socio-hidrológico. El tema es de vulnerabilidad y adaptabilidad humana. El tema es de cómo nos acoplamos a los sistemas ecológicos, en términos de lo que debería ser la ciencia de la adaptación para asegurar nuestra subsistencia. Es con éste enfoque que debemos abordar las las delimitaciones de los páramos. Un enfoque que considere además, el respeto combinado por la naturaleza y por nosotros mismos. Una cuestión de equilibrio. 

Según el ingeniero Sergio Niño de CORPONOR, casos como el del páramo del Almorzadero y Santurbán han tomado relevancia en los dos últimos años, debido a sus delimitaciones, muy a pesar que hace más de 15 años se vengan haciendo ejercicios de planeación y participación en lo regional. 

La delimitación de Almorzadero y Santurbán, es una gran oportunidad para llegar a acuerdos para una gestión integral del agua y la biodiversidad, de forma abierta y participativa. Es hora de entender que todo alcanza para todos, pero no para la ambición de todos. Es hora de entender, que nuestro modelo mental sobre los recursos naturales, simplemente define nuestro futuro, y que los páramos, en absoluto, tienen problemas; en tanto nosotros sí.

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