Las informaciones sobre la arremetida de los supermercados de cadena para lograr una masiva presencia en todos los sectores de las ciudades, dejan ver un claro problema para las tiendas de barrio, que poco a poco se están sintiendo desplazadas, dejando a miles de personas dedicadas a esa actividad ante la inminente desaparición de su forma de trabajo y sustento familiar.
Las cifras son reveladoras: la cadena D1 que hizo su aparición hace un par de años, ya registra ventas sorprendentes; el año pasado vendió $10,9 billones, y por estos días abrió su tienda número 2.000. Y así como ésta, están otras como Justo y Bueno, Ara y Oxxo, cuyo modelo de negocio los coloca con los índices más altos de penetración en el mercado. A estas alturas, ese tipo de tiendas invaden todos los rincones de las ciudades y resulta muy fácil observar su presencia dentro del paisaje urbano.
La realidad que estamos viendo es que a los tenderos les queda muy difícil competir, pues esas cadenas tienen un poder de negociación muy grande que les permite obtener apreciables descuentos con los proveedores, y a su vez están en condiciones de aparecer con locales muy bien dispuestos y con personal ampliamente capacitado para el servicio al cliente.
Aquí es cuando desde el gobierno debe estimularse un programa de atención a esos cientos de miles de tenderos, diseminados por todo el país, y cuya tienda representa el instrumento económico para sostener a su familia y poder proyectarla hacía el futuro.
Y lo que vemos es que, en la inmensa mayoría de los casos, esos tenderos necesitan de asistencia, para que los puedan orientar y poder proporcionarles una organización mucho más adecuada a sus negocios; requieren por lo tanto de instrumentos cooperativos para que puedan adquirir mercancías en condiciones más ventajosas, y por supuesto necesitan líneas de crédito que les permita obtener recursos para hacer inversiones y para estructurar mejor su empresa para poder darle sostenibilidad y proyección.
Y también requieren de una capacitación permanente para estar en capacidad de organizar inventarios, de estructurar una contabilidad y para poder promocionar las líneas de los productos que venden.
La figura de El Estado Social de Derecho, tiene que servir para identificar muy bien a los más débiles, a quienes necesitan atención y amparo, y a quienes requieren de herramientas efectivas para poder salir adelante. Las tiendas son además una institución en todos los barrios de Colombia, y han prestado y siguen prestando un servicio muy efectivo a todas las familias de sus respecticos entornos.