Me topé de frente en una calle de una sola vía con un taxi, al increpar al conductor porque estaba avanzando en contravía, me espeta con el suficiente volumen de su voz una sentencia “a usted que le importa, no ve que estamos en Cúcuta” y con una hábil maniobra esquivó los obstáculos y continuó su camino sin el menor asomo de vergüenza.
Esto me recuerda la vieja expresión “me importa un comino” usada para significar que las cosas carecen de valor o no nos interesan desde una perspectiva personal.
Con el paso del tiempo esta sentencia ha cambiado y se le introdujo otra palabra que no es aceptable en el lenguaje apropiado entre nosotros y eso mismo dio origen a la novedosa denominación que denota algo que se ha hecho popular, se trata del “importaculismo”
Lo más grave es que ese comportamiento si existe, está presente entre nosotros.
Los ejemplos ocurren por montones. Lo cual evidencia con preocupación que la falta de civismo es asunto grave y hace parte de una forma de actuar arraigada entre los cucuteños y se extiende a otras actividades que van más allá de las calles.
Por eso mismo es que no importa si uno u otro es quien nos gobierna, también se pueden aceptar los pocos pesos que pagan por un voto y terminamos eligiendo a los menos indicados y las consecuencias saltan a la vista.
En el ámbito nacional unas pocas familias han gobernado, los apellidos se repiten y el poder pasa de mano en mano.
En la región la situación es similar, padres heredan a sus hijos su caudal de votos, estos a sus hermanos o esposas y así se mantiene la hegemonía.
Todo porque nos parece que gobierne uno u otro las cosas no van a modificarse.
La ciudad será mejor si cambiamos el modo como identificamos y visualizamos los problemas cotidianos desde los más pequeños a los de mayor envergadura.
Si no nos incumben será asunto de otros y no aportaremos a la solución, de tal manera que se harán perennes y no cambiaran en virtud de esa actitud.
No tenemos conciencia de ciudad porque desde la escuela se está fallando en inculcar las buenas costumbres y el civismo, el problema es nuestro.
Otros alegarán que esto está ocurriendo porque nos hemos vuelto una ciudad de inmigrantes, ya no solo llegan desplazados de los pueblos vecinos sino también de Venezuela y otras regiones porque pueden aquí hacer y deshacer, lo que hagan mal no es su problema, no les duele la ciudad. El me da lo mismo es el lema más reconocido del “importaculismo” y si no se genera un cambio de actitud terminaremos sumidos en la hecatombe, sin posibilidades de mejorar. Sin querer ser apocalíptico, es fácil suponer que no lograremos un viraje al lado positivo que nos posesione entre las mejores ciudades del país.
Es asunto de los cucuteños y de todos quienes viven aquí, desde el taxista hasta los gobernantes.