Si alguien terminó sus estudios de medicina en una universidad pública o privada, luego de lo cual y sin pérdida de tiempo se marcha a uno de los pueblos entre las montañas, las llanuras o la costa para cumplir con el deber del año social obligatorio o rural, como también se le llama. Una vez cumplido ese plazo, piensa como todos los médicos recién graduados, en la necesidad de hacer una especialización para no quedarse como médico general y escalar posiciones en el ejercicio profesional.
Es entonces cuando empieza una tarea difícil de llegar a cabo y concluir exitosamente. Porque son escasos los cupos disponibles actualmente para posgrado, teniendo en cuenta que unos tres mil nuevos médicos se gradúan cada año y la oferta de programas académicos de este orden no han crecido a la par con el número de egresados en pregrado y el aumento en la cobertura de la población y su necesidad de atención por médicos especialistas. La mayoría de ellos son ofrecidos por las universidades privadas y el costo por año ronda los treinta millones de pesos, además requieren que sean de tiempo completo y dedicación exclusiva por parte del estudiante y su duración mínima es de tres años.
Por tanto las posibilidades son escasas a nivel nacional, lo cual ha empujado a muchos médicos a marcharse para buscar esa oportunidad de especializarse en otros países, los preferidos son los suramericanos y España, pero también hay quienes terminan en Rusia, Francia, Italia y Estados Unidos. Allí mientras realizan la residencia, es así como se les llama a los programas de especialización, reciben una remuneración, que si bien no es muy grande alcanza para suplir sus necesidades básicas.
En Colombia los residentes pagan por especializarse y no perciben ninguna remuneración por su labor asistencial. En alguna época no muy remota se les otorgaba una beca y un buen día desapareció. En el ministerio de salud se conoce a la perfección esa situación, pero nada se ha hecho para que la oferta de posgrados aumente, ni por mejorar la condición de los estudiantes de una especialidad.
La semana pasada fue radicado un proyecto en el Congreso que pretende en esencia mejorar la condición del médico residente, que las matrículas no sean tan onerosas o mejor aún que desaparezcan y le sea reconocido algún estipendio por su labor en un hospital universitario. Esta iniciativa apenas inicia su trámite, esperemos que encuentre adeptos a esta causa en su tránsito por las comisiones y plenaria del legislativo. Ojala llegue a buen término y se logre su aprobación, aunque apenas se conoció su contenido, saltaron voces opuestas esgrimiendo razones económicas que lo harían inviable.
En ninguna otra profesión son tan difíciles las condiciones para realizar especializaciones o doctorados. Los médicos que “metiendo la ficha” pagando cursos, dedicando tiempo para prepararse y superando el estrés que esta empresa implica, logran ingresar a un programa de posgrado, son muy pocos y afortunados, con lo cual tienen la oportunidad de alcanzar la realización personal. Se necesitan los especialistas en muchas áreas, pero se requiere que cambien las condiciones por el bien de estos profesionales y la salud del país.