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“Impulsar” la educación sin un modelo real de creación de riqueza, es sólo profundizar el modelo colectivista de estado.
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Viernes, 18 de Mayo de 2018

Hoy en día pensar en solucionar problemas de un único sector económico, social o ambiental es un absurdo. En estos tiempos de integración, no de especialización, las cosas deben verse al menos como pares conectados. Hablar de seguridad sin tener en cuenta la justicia es llegar a lo que estamos viendo hoy, de las fuerzas de seguridad capturando reincidentes y la justicia liberándolos una vez más. O hablar del agua potable sin tener en cuenta la energía, que es el elemento central en la potabilización del agua. O hablar de planeación urbana sin tener en consideración el transporte. O hablar de salud sin considerar los temas sanitarios y ambientales.

Pero está columna tratará del tema de la educación, que es hoy la bandera de una campaña presidencial, que extrañamente alberga en su alianza partidos que no creen en la economía de mercado. Porque hablar de educación sin hablar de desarrollo es un ejercicio inocuo, cuando no de “dignidad” al estilo cubano. En Cuba todo el mundo puede estudiar gratuitamente hasta el doctorado, lo que nunca consigue es trabajo. Eso es lo que Castro llamaba “dignidad” y que nuestros mamertos imitan; la época de hambre la llamó “período especial”. El mamertismo también acaba el idioma. 

La educación es en la práctica, aunque no sea sólo eso, preparación en competencias para desarrollar un trabajo. La democracia liberal propende por crear riqueza a través de una economía de mercado, donde la competencia optimice los precios, y a su vez, mediante la innovación, cree valor. La otra opción, que parece ser la que se busca “profundizar” en Colombia es la educación para el estado, es decir, para funcionarios que vivan de la burocracia estatal, lo que conlleva a que el estado sea el “dueño” del sector productivo, y distribuya “uniformemente” la producción entre el pueblo. Es el modelo planificado-centralista que fracasó como creador de riqueza en la Unión Soviética, en Camboya, en Cuba, en Europa oriental, algunos países árabes, Corea del Norte y Venezuela. Como ese modelo no buscar crear valor, no importan las competencias laborales de sus trabajadores y, por ende, tampoco importa la calidad de la educación, pues ésta es sólo otra herramienta de control del estado. China es el único país que salió del modelo de producción planificada, sin destruir el modelo político del estado, aunque las contradicciones que ello implica está conllevando a una radicalización en el estado que conduzca a un cambio del modelo.

“Impulsar” la educación sin un modelo real de creación de riqueza, es sólo profundizar el modelo colectivista de estado. Facciones mayoritarias del Polo Democrático quieren acabar con el incluso pésimo modelo de economía de mercado actual; el partido verde “acepta” la economía de mercado, mientras sea totalmente controlada por regulación estatal; y Fajardo, el líder no se sabe, como en todas las actuaciones de Fajardo.

Ramón de Zubiría decía que para que la educación fuera efectiva, debería ser afectiva. Pero en la ideologización que hoy se tiene en el magisterio colombiano, abunda más el resentimiento que el afecto; la defensa gremial que la calidad de la educación; la justa lucha “popular”, que impulsar la preparación crítica de los estudiantes. Cuando ésta columna se escribe, hay otro paro de 48 horas del magisterio.

¿Parafraseando a Darío Echandía, la educación para qué? Esa es la pregunta que nos debemos hacer cuando nos hablen de educación y no de desarrollo; cuando, de manera paradójica, se hable de educación de calidad y se ataque la economía de mercado. Y si no hay educación en competencias, la “investigación” es sólo un acto de vanidad de “amigos” del estado.

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