La pandemia producida por la COVID-19, ha dado para toda clase de especulaciones, pues a diario vemos en las noticias, redes sociales y de más medios de información a médicos, científicos, brujos, chamanes, gurúes, neófitos y hasta militares gringos y rusos hablar de las terribles implicaciones del Coronavirus para la humanidad, no sin antes dejar clara su teoría de cómo y por qué estamos viviendo esta circunstancia.
El último en pronunciarse sobre el tema fue el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro, quien en su consabida alocución permanente cargada de las acostumbradas salidas en falso, por no decir burradas, habló de la necesidad de crear un “cordón sanitario estricto” para impedir la llegada del centenar de venezolanos que están siendo retornados a su país, pues se encontraban deambulando por las calles de nuestras ciudades, lo cual quedó al descubierto con la medida de confinamiento preventivo adelantada en este tiempo.
Nicolás Maduro, no quiere dejar ingresar a sus compatriotas retornados, considerando que se trata de un macabro plan diseñado por el Presidente Iván Duque para infectar a su país. Semejante disparate no tiene cabida en una cabeza normal, así lo que pretenda sea desviar la atención del mundo, para olvidar los 15 millones de dólares que el gobierno americano ofrece por su cabeza.
El estricto cordón sanitario debió haberlo diseñado antes, para impedir que el pueblo venezolano huyera despavorido por la insostenible situación de orden público y social que vive Venezuela, gracias al nefasto gobierno dictatorial y violador de derechos humanos. La humanidad está hastiada de tanta chabacanería junta, la cual deja cifras altísimas de muertos por hambre, desnutrición, falta de atención y depresión, en un país inmensamente rico, como lo es Venezuela.
Como decían las abuelas, los bobos son de buenas y eso le pasó a Nicolás Maduro, pues la crisis humanitaria que vivimos quitó la mirada sobre este mandatario, producto de las serias acusaciones por narcotráfico elevadas por el gobierno de los Estados Unidos, al que no le tembló la mano para ofrecer dinero a quién logre ponerlo en poder de las autoridades judiciales. Ahora cuando todo esto pase y la agenda internacional se active nuevamente, si no es antes, veremos titulares que dan cuenta de la captura de este funesto personaje.
Recuerdo el año 1989, cuando los helicópteros Black Hawk llegaron a Panamá a recoger al narco dictador y no dejo de pensar ¿cuándo llegarán a Venezuela?. Cuando el nuevo narco dictador latinoamericano sea transportado a los Estados Unidos para ser recluido en la cárcel de máxima seguridad, en la suite dejada por el general Noriega y la cual lo espera con ansias, es menester hacerle una valoración siquiátrica, para determinar su estado mental. Pues si se confirman las sospechas no encarcelen a Maduro, intérnenlo en un manicomio.