El periódico Portafolio, en su sección Economía, publicó el martes 25 de septiembre de 2018, un artículo titulado “El campo Gibraltar, la solución para entregarle gas a Cúcuta”. Por lo que puede implicar, es bueno saber cómo llegamos a ese titular.
En el Gobierno Nacional, a inicios de la década de los 90 se implementó el plan gas, que buscaba distribuir el gas natural de los campos de La Guajira (onshore y offshore) en todo el país, para controlar fenómenos como el del cocinol, que era el responsable de muchos quemados en el centro del país, y prevenir un nuevo apagón, ante la recurrencia del fenómeno de El Niño, desarrollando en paralelo un parque térmico sobre el trazado de los gasoductos. Para desarrollar mercado de consumo, se debían hacer primero los gasoductos, por lo que se optó por financiarlos mediante modelos concesión al sector privado, quienes debían diseñar, construir y mantener los gasoductos, cobrar tarifa por su uso, y en caso que esta no cubriera los costos del operador, el gobierno nacional pagaría la diferencia. Fue así como se desarrolló el sistema nacional de transporte (SNT) de gas natural que abasteció todas las ciudades importantes de Colombia, excepto Cúcuta, Pasto (siempre las fronteras de últimas) y los antiguos territorios n
acionales. Porqué Cúcuta no quedó incluida es una gran pregunta, que nunca supo responder el gobierno nacional, ni mucho menos nuestra dirigencia política. El gas natural, además de ser el combustible de combustión más limpia y de menor costo, es esencial para las industrias con procesos térmicos a altas temperaturas. Cúcuta no puede mantener de manera seria industrias de ese tipo, altamente demandantes de empleo, ni mucho menos impulsar nuevas, por no disponer de suministro confiable de gas natural.
Y es que, al quedar Cúcuta por fuera del sistema interconectado de gas natural, debió contentarse con “pocitos de gas”, que han llevado a falla del servicio al menos una vez, y que no permiten garantizar suministro confiable para proyectos industriales, o en su uso como combustible vehicular. En 1994 se sacó la Ley de Servicios Públicos que definió el cobro al usuario final de gas natural como una serie de cargos en la cadena al consumidor, empezando por el costo del gas, el costo de la distribución urbana, el costo de la comercialización y el costo del transporte. Este último se paga por uso de los tramos de gasoductos que se usen. Entre más tramos se usen más caro es el transporte en la tarifa.
La ley en años recientes, ordenó crear un plan de expansión anual del sistema de gas natural, a cargo de la Unidad de Planeación Minero Energética (UPME), adscrito al Ministerio de Minas y Energía, para dar señales de confiabilidad al sistema. Cúcuta ha venido insistiendo ante la UPME en la necesidad de recuperar el error histórico con el área metropolitana, y ha justificado desde la demanda y el menor costo al usuario final, una conexión a sistema de transporte de gas natural de largo plazo y competitiva. Y la UPME, por el contrario, lo que propone es una solución, que a más de ser “solución parcial”, es unitariamente la más cara, como es conectarnos al gasoducto de Gibraltar a Bucaramanga, cuya proyección de producción de gas en el corto plazo es declinante. Pero, además, con lo que se conoce en el sector como “tubos pitillo” (gasoductos menores o iguales a 4 pulgadas), propone sacar a subasta un gasoducto de 4 pulgadas, en 67 kilómetros de longitud, pasando alturas superiores a los 3 mil metros sobre el ni
vel medio del mar y afectando reservas naturales, para que abastezca una ciudad, asumiendo una demanda del área metropolitana que está en su cota más baja de desarrollo, apostándole a que se mantenga así en el largo plazo. ¿Cuál es el veneno de la propuesta? Cuando se acabe el gas de Gibraltar, más temprano que tarde, la ciudad deberá comprar gas de los grandes campos del país, o de las regasificadoras de Cartagena o Buenaventura, ya que la producción local, en el corto plazo, estará en franco agotamiento. Y entonces, por ejemplo, si se compra gas en la regasificadora de Cartagena habría que pagar transporte por los tramos del subsistema caribe, después por el gasoducto Ballena-Barranca, después por el tramo Gibraltar-Bucaramanga (el más caro del país) y finalmente por el tramo a Cúcuta, que por su diámetro también sería también muy costoso. ¿Porque es costoso este último? Porque los tubos transportan volúmenes cuadráticos: un tubo de cuatro transporta 4π unidades volumétricas de gas, asumiendo las mismas con
diciones de presión y temperatura, mientras uno de 10 transporta 25π, es decir, más de seis veces más. Y su costo no llega a ser el doble en construcción, y el costo de mantenimiento es muy similar. Y si se llena, y hacen otro tubo, esta vez de 6 pulgadas para suplir el de 10 que no se hizo, se tendría un volumen adicional de 9π, que sumado al de 4, daría un total de 13, la mitad del que transportaría el de 10. Y la tarifa siempre será alta.
Por el contrario, si la conexión es al gasoducto Ballenas-Barranca, nos ahorraríamos el tramo de transporte más costoso, Gibraltar-Bucaramanga, y no estaríamos condenados a depender de una fuente hasta su agotamiento, que ha sido la constante del sistema aislado de Cúcuta. Un tubo de 10 pulgadas de diámetro garantizaría estabilidad tarifaria en transporte de largo plazo. No se debe mirar cual es, supuestamente, el gasoducto menos costoso, por inversión inicial, sino por el que minimice el costo final a los usuarios cucuteños, que han venido pagando el gas más caro del país, y según la propuesta UPME, a eso deberíamos resignarnos de por vida.
La propuesta de la UPME puede tener dos intenciones: dirigirla a empresas dedicadas a estos tubos pitillo, pues las grandes no se le miden, o seguir dejando a Cúcuta por fuera del sistema de gas, haciéndolo tan costoso, que es mejor no tenerlo. Un no gracias, debería ser la respuesta de la ciudad; o mejor aún, exigir respeto y que nos pongan en las mismas condiciones de las demás ciudades del país. No pusimos 85% de los votos por el actual presidente, para recibir propuestas, basadas en la idea de algunos que Cúcuta debería ser un pueblo que se debería dejar marchitar.