La propaganda oficial por el SI, que tan descaradamente llaman pedagogía, no puede ser más idiota. Basta escucharla para advertir las inconsecuencias y mentiras de lo que pretende enseñar.
Vayamos con uno solo de estos disparates, para ponerlo de relieve y comprender la calidad y el tamaño de la barbaridad que contiene.
Dice uno de esos mensajes que firmada la paz con las FARC se acaban las extorsiones, los reclutamientos de niños, lo secuestros, el narcotráfico, la minería ilegal, las bombas y los cilindros bomba. Anotemos que tamaña locura hace parte de la mercancía que se vende, la que iguala la firma del papel de 297 páginas con la tranquilidad y seguridad infinita de la que vamos a disfrutar los colombianos de ahora para siempre. Pero veamos la enormidad que contiene.
Si eso que llaman la paz con las FARC produce como efecto el que realmente se acaban todos los actos terroristas que el país padece, es porque las FARC son las únicas responsables de semejantes atrocidades. ¡Bienvenido semejante descubrimiento!
Empecemos por anotar que nunca se dijo nada peor de las FARC. Porque todos sabíamos que cometía la lista de atroces delitos que la propaganda por el SI contiene. Pero nunca pretendimos que fueran ellos los únicos criminales, de modo que entregadas sus armas y convertidos en buenos y mansos ciudadanos, no quedan otros que los igualen en crueldad, alevosía y salvajismo.
Qué tal la afirmación que va en esa propaganda. Qué tal la facilidad con la que vamos a juzgar todo nuestro pasado de violencia. Las FARC se hacen cargo de todo lo que pasó. Vaya maravilla.
Para desgracia nuestra, se ha cumplido la vieja sentencia de que violencia trae más violencia y viene con su séquito de nefasta compañía.
Firmado el atroz documento que llaman de paz, ¿qué va a pasar con los mismos bandidos de las FARC que delinquen para enriquecerse, dominar, disfrutar del poder, abusar de las niñas campesinas? Ya los mismos cabecillas han tenido que reconocer la existencia de frentes que no se desmovilizan y que coparán los espacios que dejen vacíos los que supuestamente entregarán las armas y se dedicarán al ordeño de vacas y la siembra de arroz y de algodón.
Pero ese solo es el comienzo del asunto. El ELN se ha multiplicado en los últimos días, como resultado de los farianos que cambiaron de brazalete para seguir en las mismas. Nada se dice de lo que llaman la disidencia del EPL, que sigue viva y coleando. Pero ni una palabra de una plaga tan terrible como la de las bandas criminales, que son socias, competidoras hermanas amantes y detestadas antagonistas de las FARC.
Son tan poderosas, que en el mamotreto de las 297 páginas se dedican más de 50 a este monstruo, que en el documento de marras llaman el paramilitarismo.
Con ese nombre horroroso están comprendidos todos los grupos que hacen lo mismo que las FARC y que aplaudirían felices que ellas se vayan para copar sus espacios.
Entendamos. Las FARC no van a dejar sus negocios ni van a renunciar al poder que tienen. Pero si lo hicieran, aceptemos la hipótesis, lo que hacen lo harán otros. No se pueden anular los efectos cuando se dejan activas las causas. Y la tragedia en Colombia se llama oro y cocaína. Que el Acuerdo Final no combate, sino que estimula. De modo que se multiplicarán el narcotráfico y la minería ilegal, y los reclutamientos, y las bombas. En fin, eso que llama tan estúpidamente, la guerra.
La propaganda oficial ha tomado por asalto mentes limitadas o desprevenidas. Pero no resiste examen. Y le recordaremos, querido ciudadano, que a usted no le hará diferencia que lo maten los fusiles que se portan con un brazalete o con otro. Le da igual. Seguro.