Madrid.-La noticia me tomó completamente por sorpresa. Mi novia la dejó caer así, como un espóiler involuntario, mientras mirábamos la televisión: “Ha muerto Javier Marías”. Y, entonces, egoístamente pensé que, aun cuando la inoportunidad es un rasgo tan innato y característico de la muerte, tal y como su propia inevitabilidad, en este caso la funesta lotería de la fatalidad no podría haber caído en un peor momento. A menos de un mes de anunciarse el nuevo ganador del Premio Nobel de Literatura, con la prematura partida de Javier Marías el castellano pierde a su as de espadas en esta contienda global de las letras y justo en el preciso momento en el que los astros parecían alinearse a nuestro favor.
Entendámoslo bien. Aunque en ninguna parte lo dice, es un secreto a voces que para la Academia Sueca el mapa global de escritores está dividido en una serie de bloques claramente diferenciados: los franceses, los gringos, los británicos, los alemanes, los suecos, los polacos, los que vienen de una gran nación transfronteriza que habla español y, por último, el resto del mundo. Así pues, las plumas de España y Latinoamérica, a pesar de la inobjetable riqueza de sus respectivos arraigos locales, a los ojos de Estocolmo forman parte de un mismo equipo.
Además, igual a como ocurre con las sedes de los Mundiales, de unas décadas para acá el Nobel pretende implementar una sana, aunque no exenta de críticas, política tácita de rotación que desconcentre la predominancia europea del galardón y favorezca una alternancia diversa. Con esto en mente, teniendo en cuenta que el último ganador en español fue Vargas Llosa hace ya 12 años y que desde entonces cada bloque ha contado con al menos un ganador, incluyendo la más que necesaria redención de África con Abdulrazak Gurnah (2021), el experimental encumbramiento de Bob Dylan (2016) y los guiños al periodismo y la poesía de nicho con Svetlana Alexiévich (2015) y Louise Glück (2020), respectivamente, contábamos con sólidos indicios para aventurarnos a vaticinar que, el próximo 6 de octubre, el turno nos volvería a tocar a nosotros.
Todos estos cálculos alegres saltaron por los aires tras la muerte de Javier Marías, pues sólo él había conseguido colarse asiduamente en las quinielas de los expertos con la fuerza suficiente para, de hecho, tener una oportunidad real de ganar. No en vano a tan solo dos días de la ceremonia de anunciación de 2021, su nombre pagaba 17-1 en las casas de apuestas británicas, solo superado por los mismos de siempre: Haruki Murakami (5-1), Annie Ernaux (9-1), Ngũgĩ wa Thiong’o (11-1) y Margaret Atwood (11-1), entre otros pocos.
Tendremos que esperar hasta 2072 para que, siguiendo los designios de Alfred Nobel, sean desclasificadas las actas del jurado de este año y podamos saber si estas premoniciones de pitonisa estaban en lo cierto y realmente era el momento de Javier Marías. Si los dioses literarios así lo permiten, volveré en un artículo del futuro para contarles a nuestros nietos que los ahora huérfanos de la literatura en español teníamos razón.
fuad.chacon@outlook.com
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