Mucho tinta ha rodado sobre el atentado en la Escuela de Policía de Bogotá, hecho repudiable y que ha merecido la condena enérgica de gran parte del país, por la masacre acaecida en jóvenes en plena etapa de formación, deportistas varios de ellos de alto nivel, con el deseo de servir a la patria, con ese entusiasmo de los años mozos, cuando se sueña en lo que será su futuro, el proceso de aprendizaje y la voluntad de prestar invaluable servicio a la Nación y terminan sus vivencias con dolor de patria por la forma vil en que se suscitó tan aleve hecho, que puso fin a una gran cantidad de ilusiones y deseos de mejorar su nivel de vida.
Aparte de ese luctuoso hecho, cabe resaltar las innumerables fallas en materia de seguridad que ayudaron a que se suscitara tan abominable hecho. Y acá cabe preguntarnos, adonde está la inteligencia militar, como es posible que no existan medidas de seguridad extremas para garantizar la vida de esos jóvenes colombianos y algunas víctimas de Ecuador y Panamá, que evidencian conforme a varios videos enormes fallas en materia de garantía de la vida de quienes allí cursaban su proceso de formación policial.
Todo ello generará demandas en contra de la Nación, pero, acá no se habla de responsabilidad de quienes tenían a su cargo tan importante misión, el material explosivo utilizado es de producción de Indumil, cómo se controla su venta, qué medidas de inteligencia se aplican para resguardar los cuarteles, cuando se sabe que en cualquier guerra, los atentados más significativos recaen sobre las instalaciones militares y las escuelas de formación de personal militar por la connotación que ello implica en materia no solo de seguridad sino de vulnerabilidad del Estado.
En el medio oriente pese a las precauciones que se adoptan, son frecuentes esa clase de atentados, porqué en nuestro país un sistema tan débil de control y vigilancia, cuando se sabe ampliamente de la capacidad sanguinaria de los elenos, de su crueldad, de sus actos sin importarles las víctimas civiles que caigan, pues para ellos es más significativo un acto terrorista como estos…
No es solo la ruptura de conversaciones, cabe interrogarnos, ¿está preparada la Policía y el Ejército en estos momentos para enfrentar esta clase de acciones que generan pánico en la población y el temor propio de la naturaleza humana? Por qué tanta demora en el relevo de los altos mandos que habían generado baja en la moral del ejército por estar frenados para ciertas acciones?
No se ha oído de responsabilidad alguna de los altos mandos sobre este luctuoso hecho, cuando en cualquier país medianamente civilizado sería causa de destituciones.
Las demandas se traducirán en condenas contra la Nación por carencia adecuada de medidas de seguridad, como consecuencia de su error en esta materia, pero, esos dineros serán un paliativo triste para las familias que perdieron a sus hijos o hijas, por descuido, negligencia o como quiera llamarse, lo que implica una revisión urgente de los esquemas de seguridad, a cargo del Gobierno representado por el Ministro de Defensa y la Cúpula Militar, con la esperanza que pase a ser este un hecho aislado, que genera serias dudas.