Hay una celebre frase, cuyo autor es Albert Camus, que dice “Si el hombre fracasa en conciliar la justicia y la libertad, fracasa en todo”. Y nada mas cierto; un país en donde no es posible percibir que la justicia opere con eficacia y sea capaz de darle la confianza al ciudadano para establecer que la tranquilidad frene a los demás seres y frente a las instituciones, le permite llevar una vida sin preocupaciones y con las garantías para su libre y adecuadas actuación y evolución, con toda seguridad la conclusión no es otra que la de la incertidumbre y la negación del equilibro, para que una sociedad pueda desarrollarse en los términos debidos de equidad y oportunidad.
Alfonso Gómez Méndez, uno de los grandes expertos que tiene el país sobre el tema, escribe en columna reciente, que sería necesario una constituyente, pues todos los intenttos experimentados por décadas han fracasado, bien porque no han sido evacuados con acierto por el Congreso, o porque posteriormente la misma Corte los ha declarado inexequibles.
Ahora se estudia un nuevo proyecto de reforma, en donde resulta apremiante ante el cúmulo de incapacidades para atender en debida forma el tema, que se reflejan en una exagerada congestión, en la falta de personal idóneo para investigar y juzgar y en la falta de recursos técnicos que permitan aplicar las nuevas tecnologías en todos los procesos.
Gómez Méndez tiene razón cuando dice que un proceso no puede durar mas de dos años, pues si es así, seguramente la justicia no podrá encontrar elementos idóneos para un juzgamiento apropiado, lo que lleva a estimular la impunidad.
Pero creo que mas que una constituyente, lo que hay que hacer es reunir a los verdaderos responsables del tema, que son tres: El ministerio de Justicia, pues es su tema esencial; el ministro de Hacienda, pues cualquier propuesta toca el presupuesto frente a lo cual es el encargado, y el ministro de las TIC, pues si la justicia no logra asumir esas herramientas, nunca podrá estar en capacidad de salir de su letargo.
Nada sacamos con aprobar un buen contenido de reforma, si no es posible apalancarla con el presupuesto que se requiere y si no se logra acompañarla de las herramientas tecnológicas.
Ahora que se habla tanto de las comisiones de sabios, se requieren con urgencia en esos tres temas. Que hablen entonces los juristas y diseñen los lineamientos generales; que Hacienda diga cómo va a conseguir la plata y que las TIC diseñen los procesos para aplicar las tecnologías requeridas. Mientras tanto seguiremos lloviendo sobre mojado y diseñando reformas que podrán ser muy buenas y estructuradas en las mejores intenciones, pero sin apalancamientos que permitan implementarlas y solucionar los graves problemas que presentan.
Y recordemos a Camus cuando afirma, que si la justicia fracasa, fracasa todo.