A la educación en Colombia le sobran buenos profesionales y buenos alumnos. Son notorios los esfuerzos que hacen docentes, directivos docentes, administrativos y estudiantes para que sus instituciones educativas sobresalgan y sus niveles de calidad aumenten.
Sin embargo, a todo este motor de buen trabajo y potencial le hace falta oxígeno para poder hacer combustión y marchar al mejor ritmo: El único oxígeno que le sirve a esta máquina es el presupuesto.
E irónicamente, es lo único de lo que no dispone el Ministerio de Educación.
La respuesta de Yaneth Giha ante las peticiones de Fecode y de los más de 350.000 maestros que en este momento están en cese de actividades es que no hay plata y que es imposible cumplir con las demandas del gremio.
A esto hay que sumarle que Giha también quiere hacer ver a los profesores como irresponsables y faltos de ética porque están haciendo que más de ocho millones de niños y jóvenes pierdan clase y se atrase el ritmo de trabajo y aprendizaje.
Con lo que ella no cuenta es con que los jóvenes, los de más edad y madurez del eje educativo apoyan a sus profesores y se unen a sus reclamaciones, no sólo por un beneficio salarial y/o económico para sus maestros, sino porque detrás del paro hay decenas de temas que necesitan de oxígeno presupuestal y que se están dejando fuera del debate.
Actualmente, el Gobierno Nacional pretende solucionar la situación del aumento salarial y las bonificaciones por servicios prestados.
Sin embargo, asuntos como el servicio de salud que reciben los profesores; las condiciones de infraestructura de algunas instituciones educativas, las realidades que rodean al proyecto de Jornada Única; la falta de ampliación de la planta de personal de administrativos (desde hace más de 20 años); la no asignación de recursos en materia de conectividad; la escasez de transferencia de recursos para el PAE; y la financiación del transporte escolar, quedaron atrás, muy atrás en la agenda del Presupuesto Nacional, por lo que, inevitablemente, la calidad educativa en Colombia se ve en detrimento.
Es imposible solucionar todos estos problemas en una vigencia fiscal, pero sí se esperaba que fueran prioridad para el Gobierno Nacional, así como son prioridad a la hora de ‘llamar la atención’ y ‘halar las orejas’ de los rectores y rectoras por parte de las Secretarías de Educación, las cuales son las primeras en llenar de reprimendas los directivos docentes, y las últimas en ejercer presión por los recursos de las entidades territoriales.
También hace parte de las funciones de las Secretarías de Educación presionar para que se abran las compuertas de recursos, gestionar un poco de oxígeno presupuestal para el funcionamiento de las entidades educativas, no sólo lavarse las manos y responder que el Ministerio de Educación no ha hecho los giros que se esperaban, porque el problema no es únicamente que se pone en riesgo la calidad y cobertura de la educación en el país, sino que se pone en riesgo la gratuidad de la educación y eso sí se considera una vulneración de los derechos fundamentales, cuestión que puede ser altamente problemática desde la perspectiva jurídica.
Entonces, la invitación es a los Secretarios y Secretarias de Educación para que hagan un esfuerzo a dejar a un lado la negligencia e indiferencia, y se comprometan con los niños y jóvenes del país, como día a día lo hacen los profesores, administrativos y directivos docentes, a pesar de la escasez de materiales de trabajo. Comprométanse y traten de buscar soluciones más allá de centralizar la culpa, más allá de responder: ‘No hay plata, toca que hagan jean day’. Ustedes pueden ser mucho más decentes que eso, lo sé, porque sea cual sea su nivel educativo, todos pasaron por las manos de un docente, que no sea en vano, por favor.