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Paí en Ley de Quiebras
Colombia, un país tercermundista sin plan de desarrollo, encaminado en una cobertura total “social” mediante un creciente aumento de los impuestos.
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Sábado, 24 de Abril de 2021

La revista Semana registró el 7 de abril una declaración del ministro de hacienda que dice que al país le queda caja para seis o siete semanas, por lo que se debe recurrir a aumentar el endeudamiento que pasaría de un 48,6% del PIB en 2019 a un 63,5% en 2021, suponiendo, pues el artículo no lo menciona, que pase en su totalidad la reforma tributaria. Esa es la radiografía caricaturesca de Colombia, un país tercermundista sin plan de desarrollo, encaminado en una cobertura total “social” mediante un creciente aumento de los impuestos. Y se dicen economistas serios; ese análisis no pasa ante los papás de cualquier hogar colombiano, que luchan para lograr mantenerse.

Si este fuera el resultado de una empresa, la decisión de una junta directiva responsable, sería enviarla a ley de quiebras. Y para allá vamos, porque el modelito termina por reventarse, si no en seis o siete semanas, si en el corto o mediano plazo. El modelo político colombiano hace insostenible el desarrollo económico, y solo se ha podido mantener a base de ideologizar la sociedad, aculturizarla y envenenar la política. El modelo de repartir pobreza creciente es un suicidio consciente. Pero, tal vez lo mejor es que este país se declare en quiebra.

Como en cualquier quiebra lo primero es renegociar con los acreedores, haciendo entender a estos de entrada que es posible que no se les pague todo lo que se les debe. Lo siguiente que procede, en simultánea, es la venta de activos y la reducción drástica del gasto, incluyendo personal (burocracia), llevando el tamaño del estado a nivel de liquidación.  Como paso previo, habría que cambiar la razón de social de República de Colombia, que temporalmente sería República de Colombia “en liquidación”, por otra tal como República Federal de Colombia, o República Parlamentaria de Colombia, o peor aún, algo como República Popular de Colombia o República Bolivariana de Colombia. Cualquiera de estos posibles estados implicaría cambiar toda la legislación que surgió en el modelo de estado social de derecho, que solo sirvió para quebrar al país, y convertirla en una con enfoque hacia el desarrollo económico o hacía la venezolanización definitiva del país, algo hacia lo que tanto han trabajado las cortes desde 1991. 

El último caso famoso de quiebra de un estado es el de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, país que llegó a tener empresas inoperantes de cientos de miles de trabajadores, y cuyo deterioro económico, como el de Colombia, fue progresivo, por no cambiar el “modelito”. La paupérrima china si escogió cambiar el modelito de estado todopoderoso a economía de mercado, y sobrevivió a la muerte súbita y grotesca de su primo comunista. 

Vamos para unas elecciones donde los progresistas buscaran profundizar el crecimiento del estado, la liberación total del Leviatán Hobbesiano, lo que nos llevara rápidamente a la condición de quiebra, que a nivel de estado se llama “trampa de pobreza”, e implica la absoluta incapacidad de la economía de producir riqueza, por lo que la solución usual es la diáspora, la misma suerte de esos venezolanos que vemos todos los días en las ciudades colombianas. Y contra esto, que Álvaro Gómez Hurtado llamaba el régimen, no se presentará ninguna propuesta contraria, sino variantes mamertosas o tecnocráticas amorales de profundizar lo mismo.

Nadie propone una sana economía de mercado que permita superar la pobreza y no mantenerla financiada, un estado pequeño pero efectivo, romper el sucio y asfixiante centralismo ideologizado desde una Bogotá mamerta, que devuelva a la seguridad su papel de cimiento del estado, a las fuerzas militares su dignidad, a la justicia su honorabilidad y lleve a Colombia al pasillo estrecho de que hablan Acemoglu y Robinson.

La quiebra solo es cuestión de tiempo, pero el régimen, el mismo que mató a Álvaro Gómez y que hoy orgullosamente se adjudican las farc, parece inmortal. ¿O será que no?
 

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